jueves, 30 de septiembre de 2010

Cuando el amor se convierte en compromiso

La mayoría de personas, en especial mujeres, bombardeadas por trilladas historias románticas, cuentos de hadas y mitos sociales, van al matrimonio asumiendo que con la ceremonia de marras culmina su realización en la vida, el resto no importa, la otra parte está en la obligación de, como dice el curita, amarla, honrarla y respetarla en la salud y enfermedad, riqueza y pobreza, anemia y obesidad, belleza y fealdad, todo bajo juramento. La parte del cuento que no te dicen es que Blanca Nieves se volvió una ludópata agresiva, que la cenicienta adquirió conductas sociopáticas, que el príncipe hipotecó el castillo para pagar la luna de miel, que el otro príncipe le pegaba a la bella durmiente y que termino en amoríos con Rapuntzel.
Una relación de pareja implica un compromiso, compromiso que se hace más fuerte conforme más escalones se suben –enamoramiento, noviazgo y matrimonio-, razón por la cual la gran mayoría de personas prefiere “estar saliendo” con alguien, que ser enamorad@ de alguien. No tiene nada de malo cuando las reglas están claras y cada quien sabe lo que quiere, pero cuando damos ese paso hacia el noviazgo, entonces sí que hay responsabilidades a cuestas.
El amor es un sentimiento espontaneo, libre, no es para nada una obligación. No se puede amar a alguien simplemente porque una ley o un contrato lo dice; desde ese punto de vista las palabras del curita que mencionamos antes, estarían de más; pero no es así, el amor como sentimiento es relativamente estable, es decir, no desaparece de un día para otro, es necesario un acontecimiento fuerte, dramático, incluso traumático, para que esto ocurra. Por lo general el amor se termina lentamente, con ayuda de ambas partes que no se dan cuenta o, para ser más específicos, no quieren darse cuenta de que las cosas no evolucionan a mejor, sino que van de mal en peor. Precisamente ahí es donde se demuestra que tan comprometido estas con tu relación, que tan consciente estuviste a la hora de aceptar ese compromiso; ahí, justo ahí, cuando la cosa se pone difícil, es cuando recordamos que tiempo atrás decidimos espontanea y libremente unirnos a esta persona por que la amábamos y nos amaba, y ambos aceptamos hacer nuestro mayor esfuerzo por que las cosas vayan bien, crezcamos juntos y seamos felices. ¿En qué momento nos olvidamos de eso? ¿Entre el estrés del trabajo y las responsabilidades de la casa? ¿O entre las salidas con los amig@s y la gente nueva que conocemos y el mundo de posibilidades que nos ofrecen? Nunca lo sabremos, pero el compromiso está ahí, vivo, latente, llamándonos a honrar nuestra palabra impidiendo que ese amor que en un momento nos unió de diluya por completo.
Entonces ¿Qué hacer? Para empezar no dejar de lado nuestra relación, darle su espacio, así como somos capaces de darle espacio a nuestro trabajo, nuestros pasatiempos y caprichos, con mayor razón es importante darle espacio a nuestra pareja, pero espacio de calidad, no un momento juntos donde yo miro la televisión mientras tu juegas con la computadora, o ambos nos juntamos a enfrascarnos en nuestros quehaceres laborales; tiempo señores, tiempo de calidad, tiempo donde se pueda intimar, contarnos lo que nos pasó durante el día, nuestras expectativas, nuestros malos momentos y sentir, y sobre todo tener la seguridad, de que ahí está la otra persona para apoyarnos pase lo que pase.
Involucremos a nuestra pareja en la relación, nunca demos todo sólo nosotros, es necesario también recibir, es necesario que la otra parte aporte a la relación, que se sienta incluid@, jamás relegado, los mimos, los engreimientos deben ir en ambos sentidos, no necesariamente de la misma manera pero si deben existir señales claras de que hay amor e interés por parte de ambos, si no lo hacen lo más probable es que terminen por no valorarla su relación y se sientan inútiles y rompan el compromiso; pídele que planifique una salida, que planifique un fin de semana,- esta semana yo te llevo a un lugar nuevo y tú lo haces la próxima. Rompan la rutina juntos. Busquen que ambas partes cuiden el atractivo físico y sexual, no permitan que la rutina y el abandono los vuelva obesos o famélicos, huacháfos o desgarbados. Si ven indiferencia en la otra parte, pues es hora de charlar abierta y sobre todo sinceramente, buscar una solución, incluso la más extrema que es terminar con la relación.
Dense un tiempo, al menos una vez  a la semana, para recordar porque escogieron a esta persona como su pareja, que fue lo hizo que se enamoraran de esa manera, compártanlo ambos y recuerden las virtudes que admiran el uno del otro y también las cosas que hay que mejorar, creen rituales, lugares especiales, objetos, etc., con un significado muy particular e íntimo para ustedes.
Reconoce al ser humano libre que existe en la otra parte, es tu enamorad@, tu novi@ o tu espos@, pero bajo ninguna circunstancia es tu propiedad, no te pertenece, se pertenece así mismo, es libre y en su libertad elige estar a tu lado, no l@ celes, no le pongas límites y jamás le exijas algo que tu mism@ no eres capaz de darle. Jamás lo trates como niñ@, tu pareja es un adulto, libre y responsable plenamente de sus actos, por lo tanto, jamás le digas que hacer, limítate a darle tu opinión y respeta su decisión y, así no estés de acuerdo con ella, apoyal@. Es la única manera en que permitirás que crezca como persona, no que se estanque; pues esa es una de las cosas más importantes de una relación, enriquecernos mutuamente el uno del otro.
Por último, aspira no sólo a ser el mejor amig@ de tu pareja, sino su cómplice; eso marca la diferencia entre una relación buena de una excelente y feliz.
El amar a una persona implica un compromiso con el sentimiento, si ambos asumen que se aman, entonces ambos deberán hacer un esfuerzo unido para fortalecer su relación día a día, no es gratuita la felicidad en pareja, cuesta mucho, por eso mismo debemos ser claros y sinceros con nosotros mismos acerca de lo que queremos y estamos buscando; ni no somos capaces de asumir ese compromiso, de involucrarnos en nuestra relación, entonces mejor abstenerse, no perdamos el tiempo nosotros ni se lo hagamos perder a nadie más. Si lo llegamos asumirlo, entonces, como todo compromiso, pongamos todo de nuestra parte para sostenerla y tener éxito. Si termina, pues sabremos que no fue por causa nuestra, ¿ese consuelo sirve de algo? Tal vez no mucho cuando enfrentamos el dolor de una ruptura, pero lo cierto es que, sin comprometernos, no existe ninguna otra posibilidad de llevar una relación sana, madura, enriquecedora y feliz. 

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