jueves, 30 de septiembre de 2010

Cuando el amor se convierte en compromiso

La mayoría de personas, en especial mujeres, bombardeadas por trilladas historias románticas, cuentos de hadas y mitos sociales, van al matrimonio asumiendo que con la ceremonia de marras culmina su realización en la vida, el resto no importa, la otra parte está en la obligación de, como dice el curita, amarla, honrarla y respetarla en la salud y enfermedad, riqueza y pobreza, anemia y obesidad, belleza y fealdad, todo bajo juramento. La parte del cuento que no te dicen es que Blanca Nieves se volvió una ludópata agresiva, que la cenicienta adquirió conductas sociopáticas, que el príncipe hipotecó el castillo para pagar la luna de miel, que el otro príncipe le pegaba a la bella durmiente y que termino en amoríos con Rapuntzel.
Una relación de pareja implica un compromiso, compromiso que se hace más fuerte conforme más escalones se suben –enamoramiento, noviazgo y matrimonio-, razón por la cual la gran mayoría de personas prefiere “estar saliendo” con alguien, que ser enamorad@ de alguien. No tiene nada de malo cuando las reglas están claras y cada quien sabe lo que quiere, pero cuando damos ese paso hacia el noviazgo, entonces sí que hay responsabilidades a cuestas.
El amor es un sentimiento espontaneo, libre, no es para nada una obligación. No se puede amar a alguien simplemente porque una ley o un contrato lo dice; desde ese punto de vista las palabras del curita que mencionamos antes, estarían de más; pero no es así, el amor como sentimiento es relativamente estable, es decir, no desaparece de un día para otro, es necesario un acontecimiento fuerte, dramático, incluso traumático, para que esto ocurra. Por lo general el amor se termina lentamente, con ayuda de ambas partes que no se dan cuenta o, para ser más específicos, no quieren darse cuenta de que las cosas no evolucionan a mejor, sino que van de mal en peor. Precisamente ahí es donde se demuestra que tan comprometido estas con tu relación, que tan consciente estuviste a la hora de aceptar ese compromiso; ahí, justo ahí, cuando la cosa se pone difícil, es cuando recordamos que tiempo atrás decidimos espontanea y libremente unirnos a esta persona por que la amábamos y nos amaba, y ambos aceptamos hacer nuestro mayor esfuerzo por que las cosas vayan bien, crezcamos juntos y seamos felices. ¿En qué momento nos olvidamos de eso? ¿Entre el estrés del trabajo y las responsabilidades de la casa? ¿O entre las salidas con los amig@s y la gente nueva que conocemos y el mundo de posibilidades que nos ofrecen? Nunca lo sabremos, pero el compromiso está ahí, vivo, latente, llamándonos a honrar nuestra palabra impidiendo que ese amor que en un momento nos unió de diluya por completo.
Entonces ¿Qué hacer? Para empezar no dejar de lado nuestra relación, darle su espacio, así como somos capaces de darle espacio a nuestro trabajo, nuestros pasatiempos y caprichos, con mayor razón es importante darle espacio a nuestra pareja, pero espacio de calidad, no un momento juntos donde yo miro la televisión mientras tu juegas con la computadora, o ambos nos juntamos a enfrascarnos en nuestros quehaceres laborales; tiempo señores, tiempo de calidad, tiempo donde se pueda intimar, contarnos lo que nos pasó durante el día, nuestras expectativas, nuestros malos momentos y sentir, y sobre todo tener la seguridad, de que ahí está la otra persona para apoyarnos pase lo que pase.
Involucremos a nuestra pareja en la relación, nunca demos todo sólo nosotros, es necesario también recibir, es necesario que la otra parte aporte a la relación, que se sienta incluid@, jamás relegado, los mimos, los engreimientos deben ir en ambos sentidos, no necesariamente de la misma manera pero si deben existir señales claras de que hay amor e interés por parte de ambos, si no lo hacen lo más probable es que terminen por no valorarla su relación y se sientan inútiles y rompan el compromiso; pídele que planifique una salida, que planifique un fin de semana,- esta semana yo te llevo a un lugar nuevo y tú lo haces la próxima. Rompan la rutina juntos. Busquen que ambas partes cuiden el atractivo físico y sexual, no permitan que la rutina y el abandono los vuelva obesos o famélicos, huacháfos o desgarbados. Si ven indiferencia en la otra parte, pues es hora de charlar abierta y sobre todo sinceramente, buscar una solución, incluso la más extrema que es terminar con la relación.
Dense un tiempo, al menos una vez  a la semana, para recordar porque escogieron a esta persona como su pareja, que fue lo hizo que se enamoraran de esa manera, compártanlo ambos y recuerden las virtudes que admiran el uno del otro y también las cosas que hay que mejorar, creen rituales, lugares especiales, objetos, etc., con un significado muy particular e íntimo para ustedes.
Reconoce al ser humano libre que existe en la otra parte, es tu enamorad@, tu novi@ o tu espos@, pero bajo ninguna circunstancia es tu propiedad, no te pertenece, se pertenece así mismo, es libre y en su libertad elige estar a tu lado, no l@ celes, no le pongas límites y jamás le exijas algo que tu mism@ no eres capaz de darle. Jamás lo trates como niñ@, tu pareja es un adulto, libre y responsable plenamente de sus actos, por lo tanto, jamás le digas que hacer, limítate a darle tu opinión y respeta su decisión y, así no estés de acuerdo con ella, apoyal@. Es la única manera en que permitirás que crezca como persona, no que se estanque; pues esa es una de las cosas más importantes de una relación, enriquecernos mutuamente el uno del otro.
Por último, aspira no sólo a ser el mejor amig@ de tu pareja, sino su cómplice; eso marca la diferencia entre una relación buena de una excelente y feliz.
El amar a una persona implica un compromiso con el sentimiento, si ambos asumen que se aman, entonces ambos deberán hacer un esfuerzo unido para fortalecer su relación día a día, no es gratuita la felicidad en pareja, cuesta mucho, por eso mismo debemos ser claros y sinceros con nosotros mismos acerca de lo que queremos y estamos buscando; ni no somos capaces de asumir ese compromiso, de involucrarnos en nuestra relación, entonces mejor abstenerse, no perdamos el tiempo nosotros ni se lo hagamos perder a nadie más. Si lo llegamos asumirlo, entonces, como todo compromiso, pongamos todo de nuestra parte para sostenerla y tener éxito. Si termina, pues sabremos que no fue por causa nuestra, ¿ese consuelo sirve de algo? Tal vez no mucho cuando enfrentamos el dolor de una ruptura, pero lo cierto es que, sin comprometernos, no existe ninguna otra posibilidad de llevar una relación sana, madura, enriquecedora y feliz. 

viernes, 24 de septiembre de 2010

De olores y sabores

Estaba en casa de mi “amigo osito”, solos los dos, su padres estaban de viaje, charlábamos amenamente cuando ella llamó, me dijo que quería verme, le dije donde estaba y que saldría para allá, pero cuando supo que tenía la casa para mi decidió hacerme una visita. Bajó del taxi y sentí ese olor a Bayli´s que se mezclaba con su aroma natural que tanto me incitaba, pasó y nos quedamos los tres en la cocina charlando y bebiendo maracuyá sour, pasamos a la sala y mi “amigo osito” subió a su cuarto a contestar su celular, ella se levantó y me empujó contra la pared, me devoró a besos y metió su mano debajo del buzo buscando con ansias, sonrió con malicia y satisfacción cuando comprobó que estaba erecto,  empezó a sacudirlo con fuerza, casi lastimándome, “mi amigo osito” bajó e interrumpió lo que venía, ella regresó al sillón sin mucha prisa, mientras charlábamos cubría su nariz con la mano con la que me había estado masturbando, la olía intensamente y me lanza una mirada cargada de una lujuria que hasta entonces no había conocido.
Prudente, mi “amigo osito” subió a dormir y nos dejó a solas, ella me arrastró arrancándome la ropa en el camino hasta el cuarto donde tuvimos uno de los encuentros sexuales más sangrientos, no dudo en arañarme, casi cada parte de mi cuerpo, la adrenalina y la excitación que sentía me insensibilizaba al dolor, por el contrario, me azuzaba más, una herida particularmente sangrante la terminó por desesperar, lamiendo y bebiendo la sangre con una morbosidad que terminó por alocarme.
Ella tenía un gusto morboso por los olores y la sangre, gozaba profundamente zambullendo su nariz en mis axilas y dormía cerca a ellas. Si bien ella fue la más audaz e inolvidable, hubieron otras tantas que complementaban el placer sexual con el placer olfatorio; R disfrutaba lamiendo mi sudor y tocándolo con sus manos para aplicárselo en su cuerpo; Y me arrancaba la ropa interior y la olía un buen rato antes de iniciar el ataque, era como si cargaba combustible por la nariz, F se obsesionaba con mis pies y por ende mis medias. L, M, S, me pedía que no me aseara los genitales durante el día para luego frotar sus manos en mi pene para después usar sus manos como una máscara inhalando lo más que podían. No sólo las parejas con las que estuve sino varias amigas, me contaron el placer enorme que les producía oler las prendas de su enamorado; beber su semen –para algunas no existe coito si él no ha eyaculado en su boca y ella bebido su semen-, beber su saliva, lamer el sudor o la sangre, etc, la gama es amplia y variopinta.
Sin embargo no todas son tan evidentes, muchas amigas y también parejas, me han comentado lo mucho que disfrutan al ponerse la prenda de su enamorado  impregnada con su aroma, pensando en ello caí en cuenta de que algunas chicas con las que me involucré me pedían que les prestara algo para abrigarse en las noches e irse a su casa así, cuando quería sacar algo limpio me pedían que no lo hiciera, que no me molestara, que bastaba con la casaca o chompa que había estado usando, un par de ellas me confesaron que dormían con la prenda puesta y oliéndola durante toda la noche.
Yo tampoco me he librado del placer de los olores, hay dos lugares que me gusta hurgar en el cuerpo femenino, el cuello y por supuesto la entrepierna, lo más profundamente posible,  eso sí, hay olores y olores, algunos te alocan otros no tanto, otros incluso te repelen pero son una forma certera de determinar que tan atractivo te puede resultar la persona basándonos en que tan afrodisíaco nos resulta su aroma natural, libre de perfumes y olores artificiales. Hay veces en que lo podemos considerar algo demasiado bizarro y nos cohibimos quedándonos con las ganas, sin embargo no sería para nada mala idea arriesgar un poco, después de todo también es una forma de evaluar que tanta tolerancia y apertura tiene nuestra pareja, y si esta es compatible con la nuestra.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ganando la pelea

Pocas veces me han tocado parejas conflictivas, que tienden a la histeria y que les resulta muy difícil evitar ser dominadas por sus emociones. Es toda relación siempre habrá momentos de conflictos, discusión y peleas, la gran mayoría de ellas de fácil solución, en este post veremos algunas estrategias para solucionar los conflictos de pareja.
Recuperar la calma:
Lo primero que se pierde es lo primero que se debe recuperar, la calma. Un reclamo puede convertirse rápidamente en una discusión y después en una pelea si le echamos más leña al fuego. Si tu pareja empieza la pelea y vez que a cada momento se altera más, no permitas que llegue a niveles incontrolable, menos aún permitas que te descontrole a ti. La mejor forma es salir inmediatamente de la situación; decirle con calma y firmeza: “amor, estas muy alterad@ y me estas alterando a mi también, vamos a calmarnos, voy a salir un momento y en un rato me tranquilizo y regreso”. Si está tan alterada que no quiere que te retires, es más, trata de impedirlo a toda costa, mantente firme en tu decisión, si esto no resulta entonces una solución desesperada es sentarse en algún lugar, incluso en el suelo, encogerse, tomarse las rodillas, agachar la cabeza y quedar en silencio, tratar de pensar en otra cosa hasta que la persona este calmada.
Evaluar la situación:
Mientras recuperamos la calma y estamos solos o en silencio pensemos en la manera de afrontar el conflicto, cuales son los puntos más importantes y que tanto podemos hacer para solucionarlo.
Centrarnos en el hecho:
Preguntemos directamente que es lo que causó el conflicto, que originó la pelea, que es lo que no le gustó y que propone para solucionarlo, muchas veces la discusión se va por las ramas haciendo largo y tedioso la búsqueda de una solución. Las distracciones más frecuentes son elaborar un informe detallado de los antecedentes del conflicto, citando sucesos acontecidos hace bastante tiempo atrás y que sólo sirven para desenterrar rencores pasados e incrementar la hostilidad; otra actitud típica es ser recurrente con una idea, repetirla una y otra vez hasta el cansancio; también determinar pormenorizadamente el grado de culpa de tiene la pareja, quien es más culpable, repetir detalles una y otra vez hasta el hartazgo. Estas conductas no tienen sentido en absoluto, los hechos del pasado pertenecen al pasado, no son antecedentes de nada si es que se llegaron a solucionar y de no ser así entonces será buen momento para hacerlo; sobre los culpables, al ser una pareja ambos comparten la culpa, generalmente por falta de comunicación, asertividad y perspicacia para conocer y evaluar a la pareja actual.
Soluciones ya:
Entre ambos buscar alguna solución que satisfaga a los dos. Si a él no le gusta que te quedes prendida del face mientras están juntos en la casa entonces la solución es simple, no lo hagas, dile que no lo harás más y listo.
Negocia:
Si como en el punto anterior, no puedes dejar de hacer lo que haces porque es parte de tu trabajo o es muy importante para ti, entonces negocia, en que momentos puedo hacerlo o que tanto puedes sobre llevarlo sin incomodarte, establezcan reglas de común acuerdo para que ambos se sientan satisfechos.
Comprométete:
Si llegan a un acuerdo cumple tu parte, es muy importante que lo hagas, eso demostrará tu grado de madurez, hará que te respetes a ti mismo y que tu pareja te respete aún más, pues será consciente de que eres una persona de palabra. Si no lo haces, sólo contribuirás a que los conflictos que vengan (porque actuando así definitivamente vendrán) sean cada vez más agresivos y nunca se llegue a ninguna solución, condenando a tu relación al fracaso.
Recuerda que una relación de pareja no es egoísta, tienes que dar de ti al máximo, sacrificar muchas cosas por el bienestar, no de tu pareja, sino de tu relación y eso te incluye a ti, si crees que tus actividades son más importantes es totalmente evidente que no valoras a tu pareja lo suficiente y es más madura dejarla ir que retenerla tercamente. No importa que tan acalorada sea la discusión, jamás permitas que lleguen a convertirse en violencia física ni verbal, los insultos y gritos son el anunció de que cosas peores han de venir, no permitas la violencia jamás, respetándote a ti mismo y tu integridad como persona es la única forma de que te respeten y puedas, a corto plazo, construir relaciones sólidas y felices.
Una pelea bien ganada es donde ambos terminan ganando.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Iras Tontas

He pensado que no caería nada mal penalizar el mal humor. Una multa o trabajos comunitarios para aquellos que se la pasen renegando o poniéndose histéricos sin razón justificable. Todos nos enojamos, muchas veces con justa razón; pero seamos honestos, ¿Cuántas situaciones merecen realmente que segreguemos cantidades industriales de bilis? Peor aún, no se justifica que arrastremos el mal humor durante el resto del día, aunque no faltan los que lo arrastran el resto de la semana, incluso el resto de su vida, si es que se puede llamar vivir a eso.
Hay situaciones sobre las cuales no podemos ejercer control, simplemente se dan a favor o en contra nuestra, pero si podemos determinar cómo responder ante ellas; pensemos que tenemos una reunión importante a la cual iremos con nuestra pareja, si ella se demoró más de la cuenta en bañarse y ya estamos atrasados es natural que nos enojemos, más aún si la reunión es muy importante para nosotros. Alguno optará por reclamarle a ella, otro incluso le gritará todo el camino, antes y durante la reunión de marras; pero ¿alguna de estas conductas sirve realmente de algo? El tiempo no retrocederá por mucho que castiguemos a nuestra demorona acompañante; tampoco hará que el tráfico vaya más rápido, sólo terminaremos por mortificarla a ella, eso puede provocar que se deprima y hasta llore, o que no aguante más y empiece una acalorada discusión; en ambos casos no la pasaremos bien; que pasaría si en lugar de ello mantuviéramos la calma, le recordemos lo importante de la reunión, aceptemos las disculpas y nada más. Probablemente ella estaría más dispuesta a ser cariñosa con nosotros y a compensar de alguna manera la falta, sea en la reunión o fuera de ella, vertical o mejor aún, horizontalmente, de todos modos la pasaríamos mejor que si vamos con la bilis revuelta de tanta rabia y la vamos desfogando a cada instante.
En el cumpleaños de ***  fuimos a almorzar, en lo mejor de la velada llamó su hermana para verla, ella no estaba con tantas ganas pues había hecho otros planes, pero que podía hacer, es su hermana la que le pide verla en su cumpleaños y ella no comprendía que era ella la homenajeada y la que tenía potestad de pedir y hacer lo que la ponga más feliz, pero temía que su hermana se pusiera histérica i s resintiese de por vida, así que decidió ponerse histérica por ella. Salió apresurada y enojada porque se le hacía tarde y no había podido comunicarse con su hermana a su celular para pedirle que la esperara más tiempo. Me preguntó si quería ir y le contesté que bueno, pero durante el camino se dedicó a buscar un pretexto para discutir, alguna palabra mal dicha o un comentario cualquiera. Una vez en el lugar las cosas mejoraron y al final hizo algunas cosas de las que tenía programadas; pero al final, mientras le mostraba como se activaban las piletas de Plaza Real presionando unos botones con los pies, ella trató  de hacerlo con la mala fortuna de romperse el taco de su bota, eso causó gracia al inicio pero terminó por volver a la carga incluso echándome la culpa de su accidente por alentarla a ello y pidiéndome que me fuera; me pareció una idea magnífica así que me regresé a casa.
El caso es anecdótico y muestra como las personas que toman decisiones incorrectas pueden terminar presas del enojo; no debemos hacer las cosas por compromiso sino porque así lo deseamos. Es muy fácil echarles la culpa a los demás, nos libera de responsabilidades, pero lo cierto es que nosotros y sólo nosotros somos los que tomamos la decisión final.
El problema de convivir con una persona así es que tarde o temprano terminan por contagiar su mal humor, en su afán de descargar su enojo desplazan su frustración hacia personas más vulnerables o con menos capacidad de respuesta; suelen ser recurrentes en el tema, repetir y repetir hasta el hartazgo y provocar una reacción agresiva en su contra, encontrando así alguien con quien pelear.
Si nosotros somos lo enojones, pues a cambiar, vivir coléricos es como un cáncer que hace metástasis en los que nos rodean, los contagiamos con nuestra rabia, y la extendemos a cada aspecto de nuestras vidas, llegando incluso a herirlos y los maltratarlos (siempre y cuando ellos nos lo permitan), los alejamos de nuestro lado de la peor manera. Pero quizás el mayor crimen sea tratar de hacerlos tan miserables como uno.
Evitar eso no es nada fácil, requiere de mucha fuerza de voluntad, para empezar está lo más difícil, admitir que existe un problema, la mayoría de estas personas asume que tiene la razón y que no son ellos el problema sino los demás que son los que lo hacen rabiar; hacer que alguien entienda esto es una tarea titánica.
La mayoría de estas personas buscan pelea como una forma de llamar la atención, discutir, pero eso sólo se puede hacer en presencia de otro, así que si lo dejamos solos unos minutos, tal vez 10 o 15 o incluso el resto del día, dependiendo de la intensidad de su cólera; le daremos tiempo para que se calme y reflexiones sobre su conducta, al regresar estará más dispuesta al diálogo que a la confrontación.
Jamás, jamás pidamos disculpas si no hemos hecho nada malo, pedir perdón es asumir que tenemos la culpa y por tanto ellos son inocentes y, por supuesto, tienen la razón.
El punto más crítico y de lo que más alertas hemos de estar es sobre la humillación, nunca permitamos que nos humillen o se hará costumbre, asumiremos ese rol y seremos seriamente dañados en nuestra psiquis; evitarlo no consiste en riñas o gritos, basta con un “esto no te los voy a aguantar” e irnos inmediatamente del lugar, esperar a que nos llame y explicarle que nunca permitiremos que nadie nos humille de esa manera. La violencia jamás debe ser tolerada pues siempre tiende a crecer.
Ofrezcámosle alternativas a su enojo, hagámosle reflexionar sobre todas las cosas buenas que podría obtener si se tranquilizara, todo lo bien que podría pasarla si no renegara.
Tengamos presente que una pareja conflictiva puede terminar perturbando nuestra vida, recordemos que a las personas se las acepta tal y como son, no nos quejemos jamás de decisiones que tomamos con conocimiento de causa.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Estamos saliendo


-Ya no quiero volver a tirar contigo.
-¿Por qué?
-porque estoy saliendo con alguien.
-entonces estas con enamorado.
-no, estamos en proceso.
-en prosexo.
-no, nos estamos conociendo primero, pero estamos en proceso de ser enamorados.
-creí que lo conocías desde el colegio.
-así es, pero dejamos de vernos varios años; fue mi primer enamorado en el colegio.
-pero, ¿están tirando o no?
-sí.
-Pero no son enamorados y se están conociendo, ¿correcto?
-sí.
En ese momento no pude evitar soltar una sincera carcajada frente a ****. No entiendo porque la necesidad; generalmente femenina; de justificar nuestra conducta sexual bajo el impoluto manto del amor, algo parecido o aproximado a: -tengo sexo con él, sí; pero eso es porque estamos pensando en ser enamorados; además recién nos estamos conociendo. ¿Qué clase de razonamiento absurdo, primitivo e infantil es ese?
El alegato común es la falta de conocimiento de la otra persona, pero ¿qué esperamos realmente conocer de esa otra persona?, ¿tenemos definidas aquellas características que son importantes para nosotros y que constituyen la basé de una relación exitosa? En otras palabras ¿sabes que quieres conocer de esa persona?
Dejemos en claro que la atracción y el amor son sentimientos, fenómenos multidimensionales, cuyas causas son casi imposibles de definir, amamos a las personas no por “algo” en particular, sino por muchos elementos, intrínsecos, extrínsecos, tanto de una parte como de la otra, personales y ambientales. Determinar la razón por la que amamos a alguien es imposible, generalmente cuando nos preguntan al respecto mencionamos aquellas cosas que valoramos de ella y que cuentan con la aprobación general, pero en sí sólo constituyen un pálido reflejo –a veces distorsionado- de las causas reales. Primero el sentimiento, luego el argumento. La atracción por alguna persona nace en el primer impacto sensorial, cuando este es demasiado intenso los llaman amor a primera vista; pero esta atracción que en un inicio puede ser pequeña, puede incrementarse enormemente con el paso del tiempo; haciéndose más fuerte y terminando en enamoramiento; rarísimo es el caso donde una persona que nunca nos atrajo al inicio, sea tiempo después fuente de una atracción sincera y fuerte (y con sincera quiero decir básicamente “no económica”). Si la atracción existe y es mutua, ¿porque no seguir al siguiente nivel y empezar una relación como enamorados?, ¿Por qué tiene que haber sexo primero antes de empezar una relación formal cuando el supuesto objetivo es llegar a ser enamorados? El enamoramiento es básicamente una etapa de descubrimiento, lo que hallemos ahí nos animará a ascender al siguiente nivel, noviazgo; y si este paso también marcha bien terminaremos disfrutando de los placeres del himeneo o matrimonio. Entonces ¿porque ese afán de dilatar ese paso? Sin embargo no tengo mayor empacho en acceder a tener sexo con mi “enamorado en proyecto”, de esto sólo puedo deducir dos causas, miedo o pendejada (1); definitivamente la segunda me parece más convincente que la primera.
El amor es un sentimiento que brota espontáneamente, no nos programamos para amar a tal o cual persona, simplemente sucede, las posibilidades se incrementan si a la persona la vemos constantemente y por periodos relativamente largos.
Pero  ¿qué significa exactamente la relación de “estamos saliendo”?: compañía, salidas, diversión, pero sobre todo la posibilidad de tener sexo; en la práctica es casi una relación de enamorados pero sin estar enamorados y con la posibilidad de salir con otras personas sin tener que dar demasiadas explicaciones. Con el tiempo es enormemente probable que uno de los dos termine enamorado de la otra persona. Si esto ocurre y  no es correspondida, la otra parte se puede sacudir fácilmente del contratiempo argumentando que no son enamorados, que sólo están saliendo; obvio, no hay ningún compromiso, sólo salidas y sexo, algo bastante light. Al final alguno de los dos terminará triste y dolido o como se suele decir “con el corazón roto”, aquello de lo que tanto nos cuidamos en evitar y la razón por la que quisimos tener una relación “estamos saliendo” terminó por ser una realidad inevitable que nos hace sufrir; el mismo drama hubiéramos pasado si la relación hubiese sido de enamorados; pero según los defensores del “estamos saliendo” duele menos así, ya que no se involucran sentimientos; dudo mucho que eso sea verdad pues al rechazo hay que sumarle la frustración de no poder hacer nada más que darle la completa razón.
“Estamos saliendo (para ser enamorados)” es por lo general una pendejada; “estamos saliendo” casi siempre involucra sexo, pero sin el engorroso protocolo de presentarlo(a) como nuestro(a) enamorado(a) limitando así nuestras posibilidades de encontrar otra pareja mejor, con lo que la persona con quien “estamos saliendo” encajaría perfectamente con la cantinflesca frase  “más merezco contigo me conformo”, aunque para ser más precisos habría que añadirle un profético “por el momento”; pero además nos evitamos participar en embarazosas y comprometedoras reuniones familiares o de grupos de amigos, estar presente en los cumpleaños, darles un obsequio, festejar aniversarios y demás compromisos, si la chica con la que “estoy saliendo” está de cumpleaños y quiere verme, bastará un “estoy ocupado” para tener el día libre y que no me insista, pero si fuera mi enamorada no me quedaría más remedio que verla al menos un momento para saludarla; y, si estoy ocupado realmente, el compromiso de la relación me obligaría a dar detallada cuenta de mis ocupaciones y probar realmente mi situación.
En si este tipo de relaciones no son malas, pero hay que determinar algunas reglas a seguir y sobre todo definir honestamente que se pretende, no necesitamos engañarnos ni engañar a otros para satisfacer nuestras necesidades,  afectivas, emocionales, sexuales; no debemos crearnos ni crear falsas expectativas, si la relación termina en romance y noviazgo será de manera natural, espontanea, no planificada ni forzada. Podemos considerar estos tres puntos para evaluar o guiar nuestra relación “estamos saliendo”:
1.- Seamos honestos en todo momento, si sentimos que nuestros sentimientos están desbordando y estamos enamorados, no lo callemos, expongamos estos sentimientos a la otra parte, así podremos saber si el sentimiento es mutuo y evaluaremos las posibilidades (en base a la conducta no en las palabras)  de que nuestros deseos se concreten o terminar la relación evitando problemas mayores.
2.- Si se supone que es para conocer a la persona, determinemos aquello que queremos saber de esta, que características pueden ser decisivas y cuáles no, y enfoquémonos a hallarlas en él o ella.
3.- Fijemos un plazo para obtener la información anterior, un hito en el tiempo donde deberemos tomar la decisión sobre el rumbo que deberá seguir la relación, que básicamente son tres, terminarla, mantenerla pero sólo como amantes o, formalizarla.
4.- Determinemos objetivamente si hay una correspondencia de sentimientos entre ambas partes, si nos ama o no; eso lo podemos deducir no de sus palabras, sólo de su conducta, si nos busca, se esfuerza por hacernos sentir cómodos, se interesa por nuestras cosas, recuerda detalles personales nuestros, se da un tiempo para vernos en las fechas importantes sin importar lo que tenga que hacer, etc.
No  tenemos porque mentirnos a nosotros mismos, ni a nadie, la vida es en sí complicada como para tratar de hacérnosla aun más complicada; ser honesto es señal de respeto hacia la otra persona, le damos la oportunidad de tomar una decisión con conocimiento de causa; nosotros mismos no debemos dejarnos llevar por los sentimientos y emociones que suelen enceguecernos, sólo así tomaremos decisiones correctas. Cómo evolucionen las cosas, eso es algo que eventualmente puede escapar a nuestras proyecciones pero siempre tendremos la decisión final.

(1) Utilizo este término pues dibuja con mayor precisión la intención de sacar provecho de una situación sin pagar las consecuencias, el uso vulgar de la palabra incrementa mejor su aplicabilidad al caso dado que la estrategia que describo es de una hipocresía bastante vulgar.