viernes, 24 de septiembre de 2010

De olores y sabores

Estaba en casa de mi “amigo osito”, solos los dos, su padres estaban de viaje, charlábamos amenamente cuando ella llamó, me dijo que quería verme, le dije donde estaba y que saldría para allá, pero cuando supo que tenía la casa para mi decidió hacerme una visita. Bajó del taxi y sentí ese olor a Bayli´s que se mezclaba con su aroma natural que tanto me incitaba, pasó y nos quedamos los tres en la cocina charlando y bebiendo maracuyá sour, pasamos a la sala y mi “amigo osito” subió a su cuarto a contestar su celular, ella se levantó y me empujó contra la pared, me devoró a besos y metió su mano debajo del buzo buscando con ansias, sonrió con malicia y satisfacción cuando comprobó que estaba erecto,  empezó a sacudirlo con fuerza, casi lastimándome, “mi amigo osito” bajó e interrumpió lo que venía, ella regresó al sillón sin mucha prisa, mientras charlábamos cubría su nariz con la mano con la que me había estado masturbando, la olía intensamente y me lanza una mirada cargada de una lujuria que hasta entonces no había conocido.
Prudente, mi “amigo osito” subió a dormir y nos dejó a solas, ella me arrastró arrancándome la ropa en el camino hasta el cuarto donde tuvimos uno de los encuentros sexuales más sangrientos, no dudo en arañarme, casi cada parte de mi cuerpo, la adrenalina y la excitación que sentía me insensibilizaba al dolor, por el contrario, me azuzaba más, una herida particularmente sangrante la terminó por desesperar, lamiendo y bebiendo la sangre con una morbosidad que terminó por alocarme.
Ella tenía un gusto morboso por los olores y la sangre, gozaba profundamente zambullendo su nariz en mis axilas y dormía cerca a ellas. Si bien ella fue la más audaz e inolvidable, hubieron otras tantas que complementaban el placer sexual con el placer olfatorio; R disfrutaba lamiendo mi sudor y tocándolo con sus manos para aplicárselo en su cuerpo; Y me arrancaba la ropa interior y la olía un buen rato antes de iniciar el ataque, era como si cargaba combustible por la nariz, F se obsesionaba con mis pies y por ende mis medias. L, M, S, me pedía que no me aseara los genitales durante el día para luego frotar sus manos en mi pene para después usar sus manos como una máscara inhalando lo más que podían. No sólo las parejas con las que estuve sino varias amigas, me contaron el placer enorme que les producía oler las prendas de su enamorado; beber su semen –para algunas no existe coito si él no ha eyaculado en su boca y ella bebido su semen-, beber su saliva, lamer el sudor o la sangre, etc, la gama es amplia y variopinta.
Sin embargo no todas son tan evidentes, muchas amigas y también parejas, me han comentado lo mucho que disfrutan al ponerse la prenda de su enamorado  impregnada con su aroma, pensando en ello caí en cuenta de que algunas chicas con las que me involucré me pedían que les prestara algo para abrigarse en las noches e irse a su casa así, cuando quería sacar algo limpio me pedían que no lo hiciera, que no me molestara, que bastaba con la casaca o chompa que había estado usando, un par de ellas me confesaron que dormían con la prenda puesta y oliéndola durante toda la noche.
Yo tampoco me he librado del placer de los olores, hay dos lugares que me gusta hurgar en el cuerpo femenino, el cuello y por supuesto la entrepierna, lo más profundamente posible,  eso sí, hay olores y olores, algunos te alocan otros no tanto, otros incluso te repelen pero son una forma certera de determinar que tan atractivo te puede resultar la persona basándonos en que tan afrodisíaco nos resulta su aroma natural, libre de perfumes y olores artificiales. Hay veces en que lo podemos considerar algo demasiado bizarro y nos cohibimos quedándonos con las ganas, sin embargo no sería para nada mala idea arriesgar un poco, después de todo también es una forma de evaluar que tanta tolerancia y apertura tiene nuestra pareja, y si esta es compatible con la nuestra.