sábado, 26 de junio de 2010

Sexo con V


Tuve una amante que cada vez que teníamos alguna riña se sentía herida o dolida y curaba sus cuitas con “una fiesta y un polvo”, como nuestra relación era de simples amantes pues eso no me mortificaba en absoluto, la cosa cambió dramáticamente cuando nos hicimos enamorados sabe dios porque extraña y perversa conjunción de astros; ahí esa posibilidad me resultó incómoda, no exactamente por el hecho de que tuviera sexo con otra persona, aunque a la mayoría le parezca algo más que incompresible, el sexo para mi es algo tan natural y tan humano que no me incomoda esa posibilidad mientras no involucre sentimientos de por medio, lo que me mortifica es el engaño y el autoengaño mientras más vulgar y tonto, más lo detesto. Pero hay algo más que resulta incómodo y es el sexo por venganza. Recuerdo a Ron Damón cuando sentenciaba ante la vecindad: “la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”, tenía por supuesto razón, la venganza es un ejercicio de lo más estúpido que desgaste y requiere una considerable movilización de recursos que termina por perjudicarnos a nosotros mismos y además de ello, suele obsesionarnos más la persona de la cual queremos revancha.


Hace unos días “ella” tenía la idea de cobrar venganza de su enamorado por que este había salido con su ex sin decírselo, celosa, temía que la salidita de marras hubiese terminado en frotaciones cutáneas entre ambos, lo cierto es que era la posibilidad más realista. Rabiosa, quería pagarle con la misma moneda y sin dilatar más la distancia entre pensamiento y acción se encontró con un ex y so pretexto de que la ayudase con unas cosas de su trabajo lo citó en su casa esa noche, él llegó con la intuición de que habría algo más que asuntos laborales. Luego de un momento de fingir trabajar él se le lanzó encima, ella fingió disfuerzo y terminó por ceder. Me contó que no lo disfrutó, que sabía que probablemente no lo disfrutaría pero que quería hacerlo para sacarse a su enamorado de la cabeza; la excusa me pareció por demás infantil; pero si realmente me lo dijo en serio la cosa es más triste aún.

Para empezar ceder a los instintos nos rebaja al nivel de cualquier otro mamífero, que simplemente se guía por emociones, no por la razón. La venganza, al ser un proceso emocional intenso, limita nuestra capacidad de discriminación, no elegimos con quien, tomamos lo que más al alcance esté, al final la chica o el chico puede resultar un tremendo fiasco y hacernos sentir peor; si pensamos regresar con nuestra pareja tendremos que cargar con el sentimiento de culpa. Pero lo más importante aquí es que no solucionamos absolutamente nada; luego de vestirnos regresaremos a la misma situación de donde quisimos huir o cambiar y veremos que no hemos cambiado nada en absoluto; salvo que vayamos corriendo a contárselo a la persona de la que queremos cobrar venganza para hacerla sentir mal, sin embargo eso tampoco sería útil, pues sólo existirán dos vías posibles, que se aleje totalmente, lo que sería conveniente para ambos, aunque aún así habríamos perdido, perdido la posibilidad de culminar la relación en buenos términos, invertir la situación, dejamos de ser víctimas y pasamos a ser victimarios, ese juego de roles es el que más confusión emocional produce, muchos argumentarán, especialmente mujeres, que no es así, que fue la otra persona la que hirió primero, lamentablemente la relación víctima – victimario no se basa en quien inicia sino en quien termina ejecutando una acción destinada a lastimar a la otra parte. La otra vía es que regresemos con esta persona, pero eso sería probablemente la peor decisión posible, las relaciones de pareja son como el box, golpe que entra no sale, el recuerdo resquebrajará la relación y será muy difícil recomponerla (casi imposible), las dudas y la posibilidad de que la escena se repita rondará siempre en los pensamientos de ambos, recuperar la confianza perdida sin el firme compromiso de ambos es una tarea perdida.

Si estas pensando en tener sexo por venganza piénsalo mejor, primero determina si realmente es por venganza o es un barato pretexto para tener una aventura, o porque la chica o el chico con los que quieres ejecutar tu supuesta venganza en realidad te alocan. No necesitas pretextos para eso, ni generar conflictos que también te afectarán a ti; es mejor resolver primero el problema de fondo y después ya tomadas las decisiones respectivas, calmados los ánimos, hacer lo que deseemos sin el temor de tener que pagar consecuencias indeseables.