lunes, 6 de diciembre de 2010

Amores libres

Empezaron con un beso apasionado casi sin conocerse, un par de salidas después tuvieron sexo, nada intenso, nada que marcase una hito en la vida sexual de ambos, pero fue satisfactorio, rápidamente estos encuentros amatorios se fueron haciendo cada vez menos protocolares hasta que cada uno mostró su potencial en su plenitud, las sesiones pasaron a durar horas, las reservas se anularon completamente, los orgasmos no sólo se multiplicaron sino, se hicieron más intensos. Ambos se convirtieron no sólo en amantes, sino en cómplices, él le solía contar de sus aventuras con otras mujeres y ella hacía lo mismo, se ayudaban a seducir a otras personas, reían, compartían, se apoyaban y gozaban intensamente. Un día ella decidió que no podría seguir con él así, sabía desde hace tiempo que lo amaba, no quería cortarle su libertad ni obligarlo a nada, pero necesitaba ser su prioridad sobre las demás, no precisamente que dejara de tener sexo con otras mujeres, pero había llegado al punto en que detestaba que él cancelará una cita con ella por salir con alguien más; así que le puso como condición para seguir que fueran enamorados, él aceptó pues en si no cambiaría en mucho las cosas, pero no fue así.
La relación de enamorados empezó como una relación abierta, él podía acostarse con otras mujeres y ella igual con otros hombres, de hecho aún mantienen ese pacto, el único requerimiento era ser sinceros el uno con el otro, así lo habían sido desde siempre así que nada debía cambiar; pero, poco a poco él dejó de afanar a otras chicas, dejó de buscarlas o llamarlas, dejó pasar varias oportunidades de encuentros casuales; no tenía para que hacerlo, el sexo con ella era extraordinario, agotador y enormemente satisfactorio, que más se podía pedir, no quería arriesgarse con una nueva amante, había perdido la paciencia con mujeres que no lo dejarían satisfecho, que no estaban en absoluto a la altura del rendimiento sexual de su ahora enamorada, la fidelidad empezó a imperar en la relación, no porque alguno lo exigiera sino porque la relación en si desencadenó en ella.
Actualmente ambos salen o coquetean con otras personas, gozan calentando a hombres y mujeres que los miran con deseo, pero no llegan a más, regresan con quien saben que los dejará plenamente satisfechos, a pesar de despertar enojoso frustraciones. Su relación ha sobrevivido muchos años y parece que sobrevivirá muchos más, la base de ella fue la libertad, aceptar a la otra persona tal cual y no pretender cambiarla, ¿hubo problemas? Por supuesto, los siguen habiendo, pero se solucionan inmediatamente, la razón es que ambos son sensatos y pragmáticos, van directo al problema sin buscar antecedentes ni culpables, sólo les interesa solucionarlos lo más satisfactoriamente posible para los dos, no pierden el tiempo en crear problemas de donde no los hay, controlan ese lado caprichoso que tenemos todos los seres humanos y saben ceder en beneficio mutuo; siguen siendo libertinos e infieles, al menos en teoría; ambos saben que en cualquier momento la otra parte podría terminar en la cama con otra persona, pero no se centran en ello, lo utilizan para mantener vivo el interés y cortejo entre ambos. Tal vez si se sintieran plenamente seguros uno del otro o peor aún, lo sintieran como su propiedad, ella engordaría, él la dejaría un poco de lado para cogerse a otras mujeres, ambos terminarían mintiéndose, dejarían de lado los detalles, los mimos, las salidas y diversiones, tal vez, no lo sabemos, pero ellos lo consideran una enorme y peligrosa posibilidad, así nunca caen en rutinas odiosas y siempre están el uno para el otro, buscando y haciéndose tempo para gozar de su particular relación. Cada uno se siente plenamente libre y plenamente sometido; por voluntad propia; a la otra persona, “soy libre porque me amas y siervo porque te amo”.
La historia podría ser menos erótica, podríamos variarla pensando en que ambos no tienen mucho interés en el sexo, son felices teniendo sexo una vez por semana y por poco tiempo, el suficiente para un orgasmo y listo; él deja de buscar otras chicas porque teme que empiecen a exigirle más y más sexo y él no podrá satisfacerlas y tampoco le interesa hacerlo, no es su ritmo sexual, no quiere coitos interminables, prefiere abrazarla y ver una buena película, un relajante paseo o una salida a bailar; con ella encuentra ese equilibrio, esa satisfacción, ve en el rostro de ella la felicidad grabada, él le pregunta si ella se siente satisfecha así, si no le gustaría tener más sexo, más orgasmos, más pasión, le deja el camino libre para buscar el orgasmo en otros hombres, ella sabe que puede hacerlo pero no le interesa hacerlo, se siente plenamente satisfecha con él y él con ella, él sabe que puede hacer lo mismo, pero salir y acostarse con otras no le interesa, es feliz con ella y se afana en planificar actividades que los diviertan, siente que al tener una relación “abierta” hay una suerte de competencia con los demás así que hay que esforzarse, ambos tienen que esforzarse por dar un poco más de sí mismos.
Hay ocasiones donde la fidelidad cae por su propio peso, sin necesidad de exigirla o atormentarnos cuidándola, simplemente se da. La fidelidad que anhelamos es sexual así que sexual también serán los mecanismos para lograrla, en ambos casos la fidelidad nace de la satisfacción sexual mutua y del principio de libertad como aliciente para mantener vivo el interés en nuestra pareja, pero sobre todo para aceptarla tal cual es y mostrarnos a nosotros mismo tal cual somos, sólo así damos la oportunidad a la otra persona de tomar decisiones adecuadas sobre la relación. Yo he encontrado que la libertad es el único medio para la felicidad, en todo aspecto; ser libres es hacer lo que queremos hacer, pero aceptando las consecuencias de nuestros actos sin quejarnos por ello, es permitir a las personas que ejerzan su derecho a ser libres, dejarlas equivocarse, caerse y vencer, apoyarlas cuando nos necesiten y no sobre protegerlas, entender que no somos dueños de nadie ni nadie es nuestro dueño, somos amo y señor de nuestra vida y nuestras decisiones; amando en libertad y dejando libre a la otra persona permitiremos que esta decida si se va de nosotros o si regresa a quedarse para siempre, ¿el siguiente paso? Decidir si esta persona será nuestra pareja de por vida, si la respuesta es sí, sólo queda hacer el compromiso mutuo -pero sobre todo personal- de amarse hasta que la muerte los separe.