lunes, 26 de julio de 2010

No quiero parecer una puta

Estábamos en aquel bar, veníamos de una discoteca y luego de algunos bailes decidimos ir a un lugar más calmado; habíamos pedido un par de pisco sour tamaño catedral y charlábamos de todo un poco, en un momento dado, ella empezó a recordar lo que habíamos vivido juntos, con una habilidad natural el ella, habilidad que amo dicho sea de paso, ella guió la conversación de tal forma que sabía perfectamente que yo viraría a cuestiones sexuales; empezamos entonces a recordar los encuentros apasionados con lujo de detalles. Entre risas y un comentario sobre lo bien que la había pasado, ella deslizó su mano desde mi rodilla hasta mi entrepierna y se entretuvo sintiendo el crecimiento de mi virilidad reprimida por el pantalón jean que llevaba puesto. No tardo más que un par de minutos para que me dijera directamente y con toda claridad sin tener que aparentar discreción: “estoy arrecha, quiero que me des tu pinga”, luego siguió manoseando impúdicamente. ¿Qué podría haber hecho cualquier hombre ante semejante frase lanzada por una mujer hermosa y sensual? Pues lo que cualquier persona cuerda, pagar la cuenta y salir lo más rápido posible a complacer las ansias de tan apetitosa hembra.
Salimos acompañados de la mirada cómplice del mozo del lugar; al llegar a la superficie me pidió que compráramos una chata de ron, quería que bebiéramos algo más en el camino, así que avanzamos por una calle aledaña llena de beodos bohemios, durante el trayecto ella introdujo su mano dentro de mi pantalón y empezó a buscar piel para acariciar con vigor, se entretuvo llevándome por la calle cogido de la entrepierna hasta una avenida donde compramos una chata de ron y tomamos un taxi rumbo a su casa. Cuando llegamos empezó a desnudarme en lo que demorábamos en avanzar por el pasadizo hasta su departamento con el aliciente de que algún vecino noctámbulo saliese y nos descubrirá en dicho trance.
Cuando entramos todo fue desenfreno, gemidos, fuerza, mordidas, piel rasgada, sudor, palabras que pedían más de la manera más vulgar e incitante, sangre, penetraciones y un largo y perverso etc. Al final me dedico una felación maestra, de esas que sólo la vez en las pornos, mientras ella se masturbaba con la otra mano y pedía que la alimentara con mi semen; uno de los encuentros sexuales más espectaculares. Otros tantos del mismo calibre nos aguardaban en un futuro próximo.
La primera vez que lo hicimos ella se mostró tímida, cohibida, se cubrió con las sábanas y no me permitió apreciar su desnudez a mis anchas, la guié con calma, la traté con delicadeza y algo de dulzura al inicio, para ser más natural, más yo, y tratarla con pasión y apetito de lobo glotón. Ella respondió bien a mi impetuosidad y poco a poco empezó a tomar la iniciativa, para el amanecer ella fue la que descendió a chupar y chupar hasta tenerme listo para más ataques eróticos.
Con los años la confianza creció, me confesó que esa primera vez quería más cosas, le pregunté porque no me lo dijo, porque fingió ser tan delicada y modosa; me respondió que así tenía que ser, pues no quería que pensará que era una tremenda puta. La verdad a mi no me hubiera importado, me hubiera parecido una sorpresa deliciosa, de lo mejor, y probablemente me hubiera enganchado más a ella y más rápido.
Tengo una amiga que, bueno, santa no es, está de enamorada con un chico que aparentemente es un buen chico, sea lo que sea que signifique ello; y una de las cosas que la tiene ocupada es tener cortar con sus amantes eventuales para dedicarse a su pareja; ya llevan juntos un par de semanas y él está cada vez más impetuoso según ella me cuenta, le toca partes cada vez más privadas y cada vez con más audacia; antes de entrar en la tercera semana me preguntó cuánto debía esperar para tener sexo con su enamorado sin que éste pensara que es una puta o una chica fácil; a mi parecer no se trata de cuanto deba esperar, sino de cuando quiere ella que empiecen a tener relaciones sexuales, podría ser un día o dos, lo más importante de todo es la actitud, eso determina la relación, no con palabras que puedan sonar trilladas, sino con acciones concretas, gestos y acciones que digan: “quiero acostarme contigo, pero jamás permitiré que por eso no me tomes en serio”, una simple y a la vez complicada cuestión de respeto y autorespeto.
En ambos casos el temor es justificable, el imaginario colectivo concibe que toda mujer que demuestre abiertamente sus deseos, habilidades y capacidades sexuales es una reverenda puta, deliciosa, buena para amante, pero muy peligrosa para enamorada, ese temor radica más en la percepción del hombre de ser incapaz de satisfacer dicho deseo, de no ser capaces de estar a la altura de sus requerimientos y su desempeño. Por eso dudan mucho en mantener una relación estable y formal con mujeres así. Muchos hombres afirman que eso no es importante, que no les importa, en realidad casi todos mienten, el machismo está enraizado en nuestro subconsciente; si bien se han hecho avances sobre el tema, estos distan mucho de desterrar éste prejuicio de nuestro país. Siempre existirán dudas que maten y estas sólo se pueden despejar con una actitud firme y decidida como lo mencioné antes; de respeto para con nuestra pareja, comunicándonos y expresando nuestros sentimientos y emociones, y permitiéndole y estimulándolo a que él haga lo mismo, respetando aquellas cosas que le pueden ser muy mortificantes para él y evitándolas hacer; siempre y cuando estas sean razonables; y pidiendo que haga lo mismo con nosotros. Por último respeto hacia nosotros mismos para impedir cualquier tipo de maltrato, insinuación perversa, falta de respeto, con una severa e inmediata llamada de atención, no debemos permitir que esas conductas se hagan costumbre o no podremos controlarlas y las quejas quedarán de lado; por otra parte, y más importante, ayudas a que tu pareja sea una mejor persona, que supere miedos e inseguridades y respete a su pareja; no permitas que se convierta en un patán sólo porque tu asumes que el amor debe ser paciente y le permites hacerte y hacerse daño y no aportas nada a su desarrollo como ser humano. Si reincide te darás cuenta que no puede controlar sus emociones, por más doloroso o triste que parezca no dilates más los conflictos y corta por lo sano.

viernes, 16 de julio de 2010

Somos enamorados, pero que nadie lo sepa.


María tiene 20 años y trabaja como vendedora de ropa en una galería comercial en los Olivos; terminó la secundaría y después de un par de años estacionada en casa mirando la vida pasar, ayudando en alguna labor hogareña y cuidando a sus sobrinos, decidió empezar a trabajar especialmente por cambiar de aires y romper la rutina más que por una necesidad imperiosa o emprendedora de hacerlo. Fue ahí donde conoció a Luís, un hombre de 35 años, maduro, de trato amable y bien vestido, quien llegó a preguntar algunos precios, ambos se agradaron, él volvió al día siguiente y a los dos días, al tercero decidió dar un paso más y le propuso salir luego de su trabajo, ella aceptó. Así él regresó cuando la tienda cerró y la acompañó a su paradero, al día siguiente le propuso comer alguna golosina que vendían en una panadería cercana, donde había mesas y sillas y se podía conversar con más comodidad que en el bullicioso tumulto del paradero. Él le contó que trabajaba como supervisor para una importante distribuidora, razón por la que tenía que viajar constantemente por todo Lima pero el sueldo compensaba el esfuerzo; podía darse sus gustos; le dijo que tenía una hija de 11 años, pero que estaba divorciado de la madre hacía algo más de 4 años. Ella le contó de su familia, de su padre, de las pocas cosas que había vivido; que acababa de salir de una relación que no funcionó y que le dejó mucha tristeza pues se sintió utilizada y que todo era un engaño, le contó que no se entregaba a ningún hombre salvo que fuese su enamorado, que no sabía que hacer con su vida.

Andando un poco el tiempo él terminó por pedirle que fuera su enamorada y ella aceptó, así empezaron a verse más seguido, él la llamaba para que ella fuese a su departamento y ella acudía dichosa de poder enroscarse entre sus brazos, así se la pasaban viendo alguna película acariciándose, el cada vez más intrépido y ella poniendo freno cada vez con menos convicción, hasta que un día ocurrió lo inevitable, terminaron teniendo sexo, ella se entregó a él y se sintió más unida, las siguiente vez él le pidió que le hiciera algunas cosas que ella no supo como hacerla, sintió que no estaba a la altura de los requerimientos de Luis; sentía dudas, pero lo amaba así que siguió con la misma rutina, él ya no la recogía de su trabajo, salvo contadas ocasiones, siempre se veían en el departamento de él y eventualmente salían a caminar por ahí, alguna vez la invitó al cine y a comer en un restaurante un menú con sopa y refresco. Así pasaron 8 meses, durante los cuales nunca la presentó a ningún amigo o familiar, ni tampoco permitió que ella lo acompañara a abordar el bus cuando tenía que viajar a provincia. Ella quería participar más de su vida pero sentía que él no quería que ello sucediera.

Un día, confusa y necesitada de ayuda me llamó y me contó lo que pasaba con su enamorado; necesitaba ver las cosas desde afuera; no pude más que decirle la verdad, que Luis no la tomaba para nada en serio, que sólo se trataba de un polvo que se salía bastante barato, no tenía que gastar un centavo de aquel “sueldo que compensaba su esfuerzo”, no tenía ni siquiera que movilizarse para verla, bastaba con llamarla para que ella viniera, ya ni siquiera la acompañaba a la salida del trabajo. Pero lo que resultaba muy sospechoso es que nunca la hubiera invitado a una reunión con sus compañeros de trabajo o con sus amigos, menos aún presentarle a su familia; el hecho de que no le permitiera acompañarlo al terminal terrestre era casi confirmatorio de que tenía a alguien que lo hacía por María y que definitivamente no era conveniente para él que se enterara de su existencia, más aún considerando que había estado casado (o al menos eso le hizo creer). No me contó que Luis se haya lucido con ella por lugares que él suele frecuentar, lo que me daba más indicios. –Pero yo le advertí que ya me habían herido, sabía como pensaba, ¿Para qué ser mi enamorado? ¿Para qué me pidió que fuera su enamorada?- Te responderé con otra pregunta, le dije; si no te hubiera dicho que fueras su enamorada, entonces ¿Igual hubieras tenido sexo con él?- no, definitivamente no.- Ahí tienes la respuesta. Ella se sintió mal, dolida y estúpida, no era para menos, el “amor” la había convertido en eso, quiso llorar pero no se lo permití, eso no soluciona nada, es una actividad improductiva que nos da una efímera y a veces utópica sensación de desahogo, es mejor tomar decisiones.

Si bien es cierto, María no se llama María, ni Luis se llama Luis, ambos reflejan situaciones por las que muchas mujeres y algunos hombres han pasado, mujeres u hombres que se ilusionan hasta cegarse por completo y justificar lo injustificable. Es importante tener siempre presente que estar enamorado no quiere decir estar idiotizado (enamorado si cojudo JAMÁS); las relaciones de pareja requieren de mantener un delicado equilibrio para que funcionen; la cultura romantiboba nos hace creer que el amor es todo entrega, sin restricciones y que no hay nada más hermoso que sufrir por amor, que soportarlo es un acto heroico. Todo es mentira, en la práctica eso sólo genera miseria, dolor y pérdida de tiempo. Mantener una relación no es cosa sólo de amor, sino también de estrategia.

Para empezar, en una relación de pareja nunca hay que darlo todo sin esperar reciprocidad, no debemos ser siempre el que llama, el que invita, el que mima, el que toma la iniciativa, el que paga todo, el que planifica salidas; si nosotros lo damos todo y lo hacemos todo, entonces haremos que nuestra pareja pierda el interés, deje de valorar la relación, se acostumbre a la situación, la convertiremos en una inútil total; ¿para qué habría de esforzarse en algo si todo está resuelto?, esto también terminaría por aburrirla y decidiría alejarse ya que no siente que este aportando algo, se sentirá relegada por completo y definitivamente no la ayudaría a asumir un compromiso como pareja, menos aún la ayudaría a crecer como ser humano. Dar de sí ayuda a valorar la relación, valoramos lo que nos cuesta esfuerzo, sacrificio, si nunca pusimos de nosotros mismos, ¿por qué nos debería doler si se termina? Una relación se sostiene en base al aporte muto y espontaneo.

Las dudas son como espinas que si no se sacan se clavan más y terminan por causarte una infección; si tienes buenos y razonables motivos para estar desconfiad@ con respecto a tu pareja, no dudes en preguntar, pero no te conformes con la respuesta, cuestiona, verifica, si es que eso te hace sentir mejor, pero no te quedes con la duda; es importante que no lo hagas de manera agresiva, como un inquisidor del siglo XVI, hazlo con calma, explícale que es importante para ti saber, tener la certeza, que disculpe tu inquietud pero que necesitas averiguarlo para poder seguir en paz, que te comprenda. Una vez que obtienes una respuesta sensata, aceptable, y que tus miedos y preocupaciones han sido satisfechos no vuelvas sobre el tema, ciérralo y no lo retomes pues ya lo solucionaste, nunca seas aprehensivo y recurrente con el mismo tema si este ya fue zanjado y sobre todo (tarea harto difícil), evita crearte fantasmas y caer en una espiral paranoide; busca siempre ser razonable.

Como mencioné en una entrada anterior (http://coito-ergo-sum-peru.blogspot.com/2010/03/en-que-basas-tu-relacion.html), la admiración es uno de los dos componentes más importantes de una relación de pareja funcional, madura, con buen futuro; por lo tanto, si admiro a alguien me gusta lucirla, pasearme orgulloso de la mano con la mujer que amo y con la que mantengo una relación formal, quiero que todos me vean con ella pues me siento orgulloso; ¿Qué pasa entonces si la oculto?, si nunca la quiero mostrar a mis amigos, si nunca salgo con ella ni la invito a mis reuniones; o bien hay un sentimiento de vergüenza (por lo que la gente pueda pensar de mi si me ven con ella, por ejemplo), lo cual se colige como inmadurez y que delata una personalidad débil, pusilánime; o bien, la quiero esconder de alguien en particular, como una pareja paralela.

En el caso de los hombres el sexo es un buen pretexto para tener enamorada, aun si no sentimos más que capricho por esa persona, muchos no dudan en mentir y jurar amor a cambio de sexo; una mujer sabia decide inteligentemente cuando lo hará, por su libre albedrio y no por la insistencia de él; pero lo más importante de esto es que, sin importar cuando inician el contacto sexual antes o después de formalizar las cosas, o al día siguiente, la conducta, el trato que existe entre ellos no debe cambiar, debe mantenerse igual, con las mismas deferencias, los mismos mimos, los mismos halagos y las mismas atenciones; después del primer coito se asume que la relación cobra un carácter más íntimo aún y por lo tanto las cosas deben ir a mejor, si por el contrario se observa un desinterés creciente, entonces es hora de plantear mejor las cosas.

Los amigos pueden ser un gran apoyo moral, eventualmente pueden darnos una perspectiva externa, más objetiva; pero no olvidemos que también pueden estar parcializados, tener interés en nuestro bienestar y en su afán de hacernos sentir mejor pueden decirnos lo que queremos escuchar y no lo que necesitamos escuchar; lo más complicado es que no siempre queremos escuchar cosas que vayan en contra de nuestras ilusiones, que nos lastimen pero que a la vez nos hagan ver la verdad por más dura que esta sea. Tengamos en cuenta ello y busquemos la opinión más imparcial posible, según el caso busquemos ayuda profesional, aunque esto no se ajuste a nuestros deseos.

Enamorarse debe ser una experiencia básicamente gratificante, mantener una relación que nos hace sufrir o que hace sufrir a otras personas sólo es perder el tiempo y la posibilidad de relacionarnos nuevamente y vivir mejores experiencias. Los hombres a veces sentimos que si no mentimos no nos harán caso, no obtendremos el sexo que buscamos, pero lo cierto es que hay mujeres que tranquilamente aceptan ese tipo de relaciones sin mayores complicaciones, la mentira sólo genera tensión y ansiedad. Si eres consciente de tu situación, entonces toma la decisión adecuada y no te conviertas en un esclavo de tus emociones.

jueves, 8 de julio de 2010

Declararme sin declararme


Cuando salí del colegio me inscribí en una academia para prepararme para la universidad, ahí conocí a una chica bella, dulce, tierna, de la cual me enamoré como sólo los adolescentes pueden; disfrutaba estando a su lado el mayor tiempo posible, acompañarla a casa y salir a pasear con ella luego de la academia; impresionarla respondiendo correctamente a todas las preguntas y sacando la mejor nota en el simulacro, especialmente porque no se me ocurría mejor manera de impresionarla. Un día cuando la dejé en su casa le dije que estaba enamorado de alguien, no le dije nombres y ella empezó a hacer conjeturas y lanzar posibles candidatas, al final le dije que se trataba de ella, no recuerdo los detalles que podrían ponerle sabor a la historia pero el resumen final fue algunos besos apasionados y un desconcertante no. Y otra vez como en el post anterior ¡JUAT!


En mi favor debo aclarar que producto de mi educación no concebía besar a una chica que no fuera mi enamorada, en más de una ocasión rechacé los labios suculentos de alguna sólo porque internamente pensaba “no es la correcta”, el tiempo, la experiencia y sobre todo las mujeres, se encargaron de hacerme comprender que podía perfectamente besar, tocar, fornicar y ejecutar una amplia variedad de prácticas sexuales con “mujeres incorrectas”, más tarde empecé a agarrarle un gusto a este tipo de mujeres, terminando por hacerlas mi prototipo de “mujer incorrectamente correcta”. El hecho es que pedí y no se me dio, dicen que la tercera es la vencida, pero jamás volví a tener la oportunidad de pedirle a alguien que sea mi enamorada, mi curso de marketing me enseñó a aplicar de una manera menos convencional la frase “prueba primero, compra después”.

Salía con una amiga de la universidad, durante mi primer año; con salir pretendo decir salir, caminar, compartir algo, no como actualmente se entiende el término, que más que “salir” implica “entrar” o para hacerlo más explícito “penetrar” (estamos saliendo = tenemos sexo). La cuestión que de tantas salidas, paseos, charlas y demás mi bella amiga terminó por enamorarse de mí, cosa de la que me di cuenta cuando me lanzó una mirada demasiado delatora. Una noche saliendo de una fiesta y acompañándola a su casa terminamos por besarnos, beso delicioso que la ubicó hasta el día de hoy entre las top 5 mejores besos. Llegando a su casa, la señorita se dio el lugar que le correspondía y me dijo que ella no era de agarres, así que o enamorados o nada. Considerando que tenía algún tiempo libre; y que de hecho ya se lo dedicaba a ella; pensé que no tendría nada de malo formalizar la situación y de paso disfrutar algo más de aquellos besos que me habían impactado, así que terminé por aceptar y fue así que tuve mi primera enamorada.

Las siguientes enamoradas pasaron por una situación similar, cortejo, frotas y frotas hasta que emerge el fuego y listo. Siempre empezábamos con besos apasionados o como en el caso de la inolvidable duquesa, con un apasionado encuentro carnal o mejor dicho con un par de ellos, para después definir la relación. En mi caso esto lo aprendí de manera casual, sin querer, pero si alguien teme en ser rechazado y además tiene alguna duda sobre si hay reciprocidad en sus sentimientos o intenciones, pues aquí tienen la fórmula ganadora.

Primero asegúrate que tú le gustas, evita llevarte y provocar disgustos innecesarios. Hay signos que pueden delatar su preferencia hacia ti, por ejemplo si renuncia a salidas con sus amigos u otras actividades recreativas por estar contigo, si te pide constantemente que la acompañes a lugares que fácilmente podría ir sola, cuando la pillas mirándote, cuando te puedes acercar a menos de 50 cm de su rostro sin que ella se aleje o de muestras de incomodidad. Busca el momento oportuno, no busques un momento demasiado romántico a menos que estés totalmente convencido que te aceptará. Luego provoca una situación divertida, usa bromas, esfuérzate porque se ría de buena gana y paulatinamente te vas acercando hasta que cortas las bromas en un momento dado, te quedas contemplándola y le estampas un gran beso en los labios, un beso bien ejecutado, observa su reacción, si te sigue la corriente es porque le gustó, pero si te rechaza será muy fácil para ti excusarte alegando que te dejaste llevar, que fue un impulso, luego le sales con algún comentario divertido sobre la situación que hará que se disipen esas tensiones y todo vuelve a la normalidad, tan amigos como siempre, será fácil para ella entender que todo fue producto de la emoción del momento. Si en cambio le declaras tu amor y la respuesta es no, habrás destruido también la amistad, ella entenderá que esa declaración no es producto del momento, sino que la has venido fermentado en tu interior desde hace bastante tiempo; por tanto la confianza entre ambos se resquebrajará y será difícil recuperarla. Al darle un beso en lugar de una declaración le das la oportunidad de que ella asuma el tipo de relación que quiere, tal vez de momento sólo quiera pasarla bien sin compromisos, tal vez si desee ser tu enamorada, en cuyo caso podrás explicar que ese beso fue como una epifanía que reveló el gran amor que sientes por ella.

Esta estrategia, como verás, te garantiza máxima eficiencia con un mínimo de daños colaterales, la dignidad a salvo y sin ningún rechazo, es la forma fácil y ganadora; simplemente otra herramienta que puedes usar si así lo deseas. Pero, no olvidemos que si de amor se trata, si de ese extraño y complicado sentimiento, entonces tal vez deberías considerar correr riesgo más grandes y muchísimo menos calculados, pues tal vez lo más rico de estar enamorado es arriesgarse y angustiarse por la respuesta, llorar un poco si es negativa y sentirse en las nubes si es positiva. Lo que hace de la vida interesante, apasionante, intensa, es precisamente lo sorpresivo, lo imprevisto, lo que no vemos venir. Mientras no arriesguemos nuestra dignidad de seres humanos vale la pena arriesgar el resto por aquello que realmente deseamos.