jueves, 8 de julio de 2010

Declararme sin declararme


Cuando salí del colegio me inscribí en una academia para prepararme para la universidad, ahí conocí a una chica bella, dulce, tierna, de la cual me enamoré como sólo los adolescentes pueden; disfrutaba estando a su lado el mayor tiempo posible, acompañarla a casa y salir a pasear con ella luego de la academia; impresionarla respondiendo correctamente a todas las preguntas y sacando la mejor nota en el simulacro, especialmente porque no se me ocurría mejor manera de impresionarla. Un día cuando la dejé en su casa le dije que estaba enamorado de alguien, no le dije nombres y ella empezó a hacer conjeturas y lanzar posibles candidatas, al final le dije que se trataba de ella, no recuerdo los detalles que podrían ponerle sabor a la historia pero el resumen final fue algunos besos apasionados y un desconcertante no. Y otra vez como en el post anterior ¡JUAT!


En mi favor debo aclarar que producto de mi educación no concebía besar a una chica que no fuera mi enamorada, en más de una ocasión rechacé los labios suculentos de alguna sólo porque internamente pensaba “no es la correcta”, el tiempo, la experiencia y sobre todo las mujeres, se encargaron de hacerme comprender que podía perfectamente besar, tocar, fornicar y ejecutar una amplia variedad de prácticas sexuales con “mujeres incorrectas”, más tarde empecé a agarrarle un gusto a este tipo de mujeres, terminando por hacerlas mi prototipo de “mujer incorrectamente correcta”. El hecho es que pedí y no se me dio, dicen que la tercera es la vencida, pero jamás volví a tener la oportunidad de pedirle a alguien que sea mi enamorada, mi curso de marketing me enseñó a aplicar de una manera menos convencional la frase “prueba primero, compra después”.

Salía con una amiga de la universidad, durante mi primer año; con salir pretendo decir salir, caminar, compartir algo, no como actualmente se entiende el término, que más que “salir” implica “entrar” o para hacerlo más explícito “penetrar” (estamos saliendo = tenemos sexo). La cuestión que de tantas salidas, paseos, charlas y demás mi bella amiga terminó por enamorarse de mí, cosa de la que me di cuenta cuando me lanzó una mirada demasiado delatora. Una noche saliendo de una fiesta y acompañándola a su casa terminamos por besarnos, beso delicioso que la ubicó hasta el día de hoy entre las top 5 mejores besos. Llegando a su casa, la señorita se dio el lugar que le correspondía y me dijo que ella no era de agarres, así que o enamorados o nada. Considerando que tenía algún tiempo libre; y que de hecho ya se lo dedicaba a ella; pensé que no tendría nada de malo formalizar la situación y de paso disfrutar algo más de aquellos besos que me habían impactado, así que terminé por aceptar y fue así que tuve mi primera enamorada.

Las siguientes enamoradas pasaron por una situación similar, cortejo, frotas y frotas hasta que emerge el fuego y listo. Siempre empezábamos con besos apasionados o como en el caso de la inolvidable duquesa, con un apasionado encuentro carnal o mejor dicho con un par de ellos, para después definir la relación. En mi caso esto lo aprendí de manera casual, sin querer, pero si alguien teme en ser rechazado y además tiene alguna duda sobre si hay reciprocidad en sus sentimientos o intenciones, pues aquí tienen la fórmula ganadora.

Primero asegúrate que tú le gustas, evita llevarte y provocar disgustos innecesarios. Hay signos que pueden delatar su preferencia hacia ti, por ejemplo si renuncia a salidas con sus amigos u otras actividades recreativas por estar contigo, si te pide constantemente que la acompañes a lugares que fácilmente podría ir sola, cuando la pillas mirándote, cuando te puedes acercar a menos de 50 cm de su rostro sin que ella se aleje o de muestras de incomodidad. Busca el momento oportuno, no busques un momento demasiado romántico a menos que estés totalmente convencido que te aceptará. Luego provoca una situación divertida, usa bromas, esfuérzate porque se ría de buena gana y paulatinamente te vas acercando hasta que cortas las bromas en un momento dado, te quedas contemplándola y le estampas un gran beso en los labios, un beso bien ejecutado, observa su reacción, si te sigue la corriente es porque le gustó, pero si te rechaza será muy fácil para ti excusarte alegando que te dejaste llevar, que fue un impulso, luego le sales con algún comentario divertido sobre la situación que hará que se disipen esas tensiones y todo vuelve a la normalidad, tan amigos como siempre, será fácil para ella entender que todo fue producto de la emoción del momento. Si en cambio le declaras tu amor y la respuesta es no, habrás destruido también la amistad, ella entenderá que esa declaración no es producto del momento, sino que la has venido fermentado en tu interior desde hace bastante tiempo; por tanto la confianza entre ambos se resquebrajará y será difícil recuperarla. Al darle un beso en lugar de una declaración le das la oportunidad de que ella asuma el tipo de relación que quiere, tal vez de momento sólo quiera pasarla bien sin compromisos, tal vez si desee ser tu enamorada, en cuyo caso podrás explicar que ese beso fue como una epifanía que reveló el gran amor que sientes por ella.

Esta estrategia, como verás, te garantiza máxima eficiencia con un mínimo de daños colaterales, la dignidad a salvo y sin ningún rechazo, es la forma fácil y ganadora; simplemente otra herramienta que puedes usar si así lo deseas. Pero, no olvidemos que si de amor se trata, si de ese extraño y complicado sentimiento, entonces tal vez deberías considerar correr riesgo más grandes y muchísimo menos calculados, pues tal vez lo más rico de estar enamorado es arriesgarse y angustiarse por la respuesta, llorar un poco si es negativa y sentirse en las nubes si es positiva. Lo que hace de la vida interesante, apasionante, intensa, es precisamente lo sorpresivo, lo imprevisto, lo que no vemos venir. Mientras no arriesguemos nuestra dignidad de seres humanos vale la pena arriesgar el resto por aquello que realmente deseamos.

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