jueves, 6 de mayo de 2010

Tiempo al Coito

No hay género más atormentado con la sexualidad que el masculino, siempre pendiente y obsesionado con el tamaño, el desempeño, la duración, definiendo y redefiniendo lo que es ser un macho dominante. Muchos de estas preocupaciones son inadecuadamente enfocadas, tratando de ajustarse a un estándar de conducta socialmente aceptada o al menos lo que se supone que es socialmente aceptado. La idea de que un verdadero "macho" tiene que durar mucho hace que los estándares personales se vean falsamente incrementado o peor aún, determinar tercamente lo que le gusta a nuestra pareja en función de prejuicios personales, en lugar de averiguar directamente aquello que le satisface o no; si lo hicieran se darían cuenta de que hay grandes diferencias entre los que creemos que debe ser y la realidad objetiva, como se demuestra más adelante.


Bien, desmitifiquemos algunas leyendas urbanas empezando por la duración del coito.

La duración del coito se cuenta desde el momento de la penetración hasta la eyaculación o el orgasmo sin considerar los juegos sexuales previos a él y, créanlo o no, suele durar entre 3 minutos a 13 minutos, para el hombre promedio 3 minutos de penetración son más que suficientes para poder eyacular, para la mujer no, ella requiere unos 20 a 30 minutos. Pero no hay que asustarse, la diferencia puede ser exitosamente cubierta con juegos sexuales previos que la vayan calentando y predisponiendo al orgasmo, en esta parte es donde entra en juego el poder de nuestra imaginación, las caricias y el ambiente previo son decisivos; un buen amante prepara a su pareja días antes del encuentro, haciendo que lo anhele, que se sienta atendida, deseada, erótica. No tendrá la misma predisposición si ha tenido estrés, discusiones, peor aún si la causa hemos sido nosotros.

Para los que se sientan preocupados con el tema de la duración acá unos datos sumamente interesantes publicados por el Journal of Sexual Medicine, sobre un estudio realizado en EEUU y Canadá.

Los investigadores pidieron a los terapeutas sexuales que participaron en el estudio, que, sobre la base de su experiencia con pacientes, indicarán cuál es la duración de un acto sexual “adecuado”, “deseable”, “demasiado breve” y “demasiado prolongado”.

Los resultados: de uno a dos minutos es “demasiado breve”, de tres a siete es “adecuado”, de siete a trece es “deseable” y de diez a treinta minutos es “demasiado prolongado”. Por lo tanto un acto sexual que dure entre 3 a 13 minutos estaría dentro de lo normal y no requeriría ningún tipo de intervención terapéutica. Aparentemente -y esto me consta- a la mayoría de mujeres las penetraciones prolongadas les resultan incómodas, si obtuvieron uno o dos orgasmos en los primeros 10 minutos de penetración se encuentras bastante satisfechas, el continuar con el coito anularía esa satisfacción pues alguna de ellas no tienen la lubricación suficiente o simplemente ya no quieren seguir. En otras palabras, que rico es tomarte un frapuccino en verano, pero ¿cinco seguidos? Y peor aún si estamos obligados a ello. Pero -por suerte- también existen ese otro grupo de mujeres, menos frecuentes en mi experiencia personal, pero queson capaces de resistir tranquílamente una hora de asalto erótico y pedir más, algunas mucho más, verdaderas atletas sexuales capaces de llegar a algo más de 7 horas de penetración constante. Estos conejitos y conejitas duracell pueden despertar la evidia de muchos, después de todo ¿quién no querría durar 7 horas sumergido en olas de placer? Pero es una envidia sin ningún asidero pues cada persona tiene ritmos y exigencias diferentes y no deberían poner la excepción como una regla.

Si piensas que duras poco, entonces asegúrate de acariciar mucho y besar más, no arranques la ropa y tomate tu tiempo para que tu pareja se encuentre totalmente dispuesta a sucumbir a tus deseos, los previos son importantes. Si duras mucho entonces asegúrate que ella también se sienta satisfecha y le guste; cada persona tiene un ritmo y una exigencia particular; si ambos tienen exigencias y desempeños más o menos similares pueden ser afinadas hasta nivelarse, el problema surge si sus requerimientos sexuales son extremos, mientras más amplia sea la brecha más difícil será cruzarla. Pero para aquellos que quieran afinar su duración a la de sus parejas les daré algunos consejillos prácticos para que puedan durar un poco más.

Hay 4 técnicas bastante conocidas que evitan y retardan la eyaculación en los hombres; antes de hablar de ellas es importante identificar el punto de no retorno, es decir aquel momento en el que la eyaculación es inevitable, la excitación es tanta que ya no es posible controlarla y uno termina eyaculando, para identificarlo es importante practicar en solitario, es decir hacerse justicia con mano propia, una vez hecho esto prueba con esto; cuando sientas que estas aproximándote al punto de no retorno aprieta tu glande con tu dedo pulgar en la parte superior y el índice debajo, esta es la más conocida de las técnicas. A medida que la excitación aumenta y la eyaculación se aproxima los testículos suben y se contraen, jálalos hacia abajo y podrás durar unos minutos más. Ajusta el músculo pubocoxigeo cuando sientas que te estás excitando demasiado; este musculito se encuentra a medio camino entre el ano y los testículos; puedes sentirlo cuando interrumpes la emisión de orina, puedes entrenarlo para aprender a controlarlo, también puedes hacer presión sobre él para producir el mismo efecto. Estas tres formas pueden ser poco eróticas si paramos en seco para sujetarnos los testículos o presionar nuestro glande, dar un suspiro y volver a la acción, por eso es importante ser discretos, no cortar al inspiración innecesariamente, al menos que no se note que estamos haciendo alguna de estas cosas esto lo dejo a vuestra imaginación, ser solapa es decisivo. Pero, para los menos discretos tenemos el último método. Recuerdan los lejanos días de secundaria cuando el profesor de educación física nos decía cuando estábamos agitados que respiráramos lentamente, era tortuoso pues teníamos el corazón desbocado, sin embargo si lo hacíamos bien funcionaba y dejábamos d estar agitados. La razón es que corazón y pulmones tienen inervaciones comunes, es decir están muy íntimamente relacionados en un mismo sistema, el cardo-respiratorio, si controlamos nuestra respiración controlamos también nuestro corazón. La actividad sexual suele producir una gran agitación, acelera notablemente los latidos cardiacos y nos hace sentir asmáticos. Si podemos controlar esa agitación, así como controlamos la respiración cuando corremos, entonces podremos duras varios minutos más en batalla erótica.
Por último puedes recurrir a la ciencia y ayudarte con algún gel retardante y una pastilla de viagra consumida antes de iniciar los juegos eróticos.

Las mujeres no son una excepción en la búsqueda de la resistencia sexual, para ellas lo único realmente importante es tener ganas y un buen lubricante a mano. La mujer tiene un potencial sexual que rebaza por mucho al masculino, tal vez el único inconveniente que podría presentarse es la falta o escasa lubricación –claro que hablamos de mujeres sin ningún tipo de disfunción sexual, como dolores vaginales, estreches, frigidez, anorgasmia, etc. en cuyo caso la conusta médica en obligatoria-, otra opción es detenerse en el momento en que sienta que necesita recuperar energías (generalmente esto se da después de un orgasmo), pero si el mancebo en cuestión tiene el firme propósito de continuar, puede liberarse de las envestidas y aplicarle una buena felación o mejor aún una buena mamada mientras lo acaricia, si deseas que termine pues aceleras y si no mientras lo chupas te vas recuperando y le das un respiro a tus oquedades para restablecer el combate en el momento que lo desees.

Prueba técnicas y poses diferentes, algunas son más favorables que otras, por ejemplo; si el hombre levanta una pierna mientras hace el perrito verá cómo puede durar un poco más de lo usual, así como cuando el hombre está boca arriba. Para las mujeres algunas pueden ser más gustosas que otras, sólo tienen que conversarlo y listo, a laborar.

Recuerden que una relación sexual satisfactoria es la que se basa en el equilibrio, ambos deben sentirse satisfechos, tanto el hombre como la mujer y gozar del placer que le proporcionan a la otra persona tanto como la que está nos proporciona a nosotros. No caigamos en extremos, en buscar compulsivamente la satisfacción de nuestra pareja descuidando la propia o viceversa, con el tiempo esto generará frustración y resquebrajamientos de la relación.