martes, 29 de junio de 2010

No somos enamorados

Tendría unos 16 años cuando conocí a ***, ella vivía por mi casa y participaba del coro de la parroquia, ahí la conocí. Nunca me he caracterizado por ser particularmente muy sociable, pero algo vio en mi que le resultó bastante interesante, lo suficiente para sentirse muy atraída por mi; eso lo supe por medio de una amiga suya que me dijo que había alguien a la que yo le gustaba, le pregunté quién, pero ella no soltó prenda. Había despertado mi curiosidad, así que me dediqué a observar quien me miraba más y quien se acercaba más a mí, así descubrí de quién se trataba, me le fui acercando cada vez más, la acompañaba a su casa y después empezamos a llamarnos por teléfono, no paso mucho tiempo de todo este flirteo, en realidad no llego al mes cuando una noche ella me llamó diciendo que estaba sola en casa, sus padrinos habían salido a una reunión, pero no podía ir porque no sabía a que hora llegarían: Me conformé con hablar con ella por teléfono; en un momento, no sé si por su iniciativa o la mía, pero terminamos teniendo sexo telefónico, yo le pedía que se tocará y ella supuestamente accedía, escuchaba sus gemidos, le pedía más, que se explorase con más intensidad, acariciándose, deslizando las uñas por las piernas, el vientre, hasta llegar a su deseada entrepierna, -no; me decía, pero yo inclemente seguí ordenando que prosiguiera, que se tocara, terminó masturbándose, al menos eso supuse, en medio de gemidos y suspiros; no le pregunté si llegó o no al ansiado orgasmo, esas cosas jamás se preguntan.

Nos volvimos a ver y todo normal, pero el siguiente fin de semana me llamó y me pidió que fuera a su casa, ella me recibió en polo y un delicioso calzoncito blanco debajo, se acababa de bañar, intuí que lo había hecho para mí y entre charla y toqueteos terminamos teniendo sexo, la penetre con ansias acumuladas por los días y las llamadas inquietantes y con todo el ímpetu que me brindaba mi juventud, trataba de no abandonarme a la experiencia y ser torpe en mis movimientos, era la segunda vez en mi vida que poseía a una mujer, pero desde la primera vez había buscado información sobre el asunto, era maravilloso para mi poder poner en práctica todo lo que había aprendido. No paramos hasta casi amanecer, me preguntó que con cuantas más había estado, le dije que sólo con una y no me creyó pues sabía lo que hacía, eso halagó mucho a mi adolescente vanidad sexual. Al darnos cuenta de la hora no me fui, prácticamente huí por la posibilidad de que llegaran sus padrinos y nos sorprendieran.

En esta situación estuvimos cerca de dos meses, a la semana lo hacíamos a diario, o yo iba o ella venía, siempre con la misma ansiedad. Un día, me encontré con una amigo y cuando ella se presentó lo hizo como mi amiga, esto me generó dudas, yo había asumido torpemente que ella era mi enamorada, pero al parecer ella no lo había hecho, me di cuenta de mi error, al fin y al cabo ella tenía toda la razón del mundo, en ningún momento habíamos definido nuestra relación. Al día siguiente, mientras paseábamos en el parque, le regalé un reloj de pulsera y le hice la pregunta de rigor -¿quieres ser mí enamorada?- la respuesta fue un no inmediato. ¡JUAT! La respuesta me dejó intrigado, así que le pregunté porque no quería ser mi enamorada, la respuesta me dejó aún más intrigado y confundido –lo que pasa es que aún no te conozco, me gustas y te quiero, pero no nos conocemos mucho-. No entendía a que se refería, hacía más de dos meses que teníamos deliciosos encuentros sexuales, salíamos y charlábamos, no entendía que más quería conocer de mí, había visto, tocado y devorado cada milímetro de su cuerpo y ella el mío, pero eso para ella no era suficiente. Fue la primera vez que comprendí que era perfectamente posible tener sexo sin compromisos, sin llegar a formalizar nada, absolutamente nada. Sabía que ella no se acostaba con otros, ni tampoco estaba interesada en otro, yo tampoco lo estaba, en la práctica éramos enamorados, pero en la teoría no teníamos ningún tipo de relación formal. A lo largo de mi vida me encontré en situaciones similares, mujeres con las que incluso he convivido por temporadas pero que no eran mis enamoradas.

¿Qué pasaba por la mente de estas mujeres? ¿Por qué podían compartir vivencias, una cama, cariño, amor, pero no un compromiso? En la práctica eran mis enamoradas, pero aún así no querían ese título, querían esperar no se que extraña señal del destino. No me refiero a periodos breves, las primeras salidas, me refiero a meses, meses de conocernos, meses de fornicar como locos, meses de salidas y charlas infinitas, pero ningún compromiso. Sería conveniente establecer claramente cual es el límite de salidas y encuentros sexuales para determinar si queremos a esta persona como nuestro enamorado o enamorada. El problema de esta informalidad es que uno de los dos termina enamorándose en serio, mientras que la otra parte puede haber aprendido a sacar provecho de la situación y no querer que ésta cambie. Conocer a una persona toma tiempo y ya que pretendemos establecer una relación formal, un compromiso, conviene perfectamente conocerla en diferentes aspectos, pero ¿Cuánto tiempo nos debe tomar el conocer a esta persona? En un post anterior (http://coito-ergo-sum-peru.blogspot.com/2010/02/lo-que-importa-en-una-relacion.html) proponía elaborar una lista de características “innegociables” que debería tener nuestra pareja, estas características no pueden ayudar a conocer más rápido a una persona pues sabremos exactamente que es lo que buscamos en ellas. Si la persona sólo nos atrae sexualmente, pues genial, dejémoslo en sólo sexo, pero, no acaparemos su vida, no la restrinjamos a estar sólo con nosotros, a evitar que se involucre afectivamente con alguien a sabiendas de que nunca llegará a más con nosotros, démosle la posibilidad de conocer a la pareja adecuada y que pueda consolidar una relación funcional y feliz con esa persona.

Intimar más de la cuenta con alguien puede desarrollar en nosotros comportamientos aprehensivos, ansiedad, confusión, obsesión, ser honestos con nosotros mismos puede ayudarnos a tomar decisiones correctas y ser honestos también con los demás sin complicarnos la vida.

sábado, 26 de junio de 2010

Sexo con V


Tuve una amante que cada vez que teníamos alguna riña se sentía herida o dolida y curaba sus cuitas con “una fiesta y un polvo”, como nuestra relación era de simples amantes pues eso no me mortificaba en absoluto, la cosa cambió dramáticamente cuando nos hicimos enamorados sabe dios porque extraña y perversa conjunción de astros; ahí esa posibilidad me resultó incómoda, no exactamente por el hecho de que tuviera sexo con otra persona, aunque a la mayoría le parezca algo más que incompresible, el sexo para mi es algo tan natural y tan humano que no me incomoda esa posibilidad mientras no involucre sentimientos de por medio, lo que me mortifica es el engaño y el autoengaño mientras más vulgar y tonto, más lo detesto. Pero hay algo más que resulta incómodo y es el sexo por venganza. Recuerdo a Ron Damón cuando sentenciaba ante la vecindad: “la venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”, tenía por supuesto razón, la venganza es un ejercicio de lo más estúpido que desgaste y requiere una considerable movilización de recursos que termina por perjudicarnos a nosotros mismos y además de ello, suele obsesionarnos más la persona de la cual queremos revancha.


Hace unos días “ella” tenía la idea de cobrar venganza de su enamorado por que este había salido con su ex sin decírselo, celosa, temía que la salidita de marras hubiese terminado en frotaciones cutáneas entre ambos, lo cierto es que era la posibilidad más realista. Rabiosa, quería pagarle con la misma moneda y sin dilatar más la distancia entre pensamiento y acción se encontró con un ex y so pretexto de que la ayudase con unas cosas de su trabajo lo citó en su casa esa noche, él llegó con la intuición de que habría algo más que asuntos laborales. Luego de un momento de fingir trabajar él se le lanzó encima, ella fingió disfuerzo y terminó por ceder. Me contó que no lo disfrutó, que sabía que probablemente no lo disfrutaría pero que quería hacerlo para sacarse a su enamorado de la cabeza; la excusa me pareció por demás infantil; pero si realmente me lo dijo en serio la cosa es más triste aún.

Para empezar ceder a los instintos nos rebaja al nivel de cualquier otro mamífero, que simplemente se guía por emociones, no por la razón. La venganza, al ser un proceso emocional intenso, limita nuestra capacidad de discriminación, no elegimos con quien, tomamos lo que más al alcance esté, al final la chica o el chico puede resultar un tremendo fiasco y hacernos sentir peor; si pensamos regresar con nuestra pareja tendremos que cargar con el sentimiento de culpa. Pero lo más importante aquí es que no solucionamos absolutamente nada; luego de vestirnos regresaremos a la misma situación de donde quisimos huir o cambiar y veremos que no hemos cambiado nada en absoluto; salvo que vayamos corriendo a contárselo a la persona de la que queremos cobrar venganza para hacerla sentir mal, sin embargo eso tampoco sería útil, pues sólo existirán dos vías posibles, que se aleje totalmente, lo que sería conveniente para ambos, aunque aún así habríamos perdido, perdido la posibilidad de culminar la relación en buenos términos, invertir la situación, dejamos de ser víctimas y pasamos a ser victimarios, ese juego de roles es el que más confusión emocional produce, muchos argumentarán, especialmente mujeres, que no es así, que fue la otra persona la que hirió primero, lamentablemente la relación víctima – victimario no se basa en quien inicia sino en quien termina ejecutando una acción destinada a lastimar a la otra parte. La otra vía es que regresemos con esta persona, pero eso sería probablemente la peor decisión posible, las relaciones de pareja son como el box, golpe que entra no sale, el recuerdo resquebrajará la relación y será muy difícil recomponerla (casi imposible), las dudas y la posibilidad de que la escena se repita rondará siempre en los pensamientos de ambos, recuperar la confianza perdida sin el firme compromiso de ambos es una tarea perdida.

Si estas pensando en tener sexo por venganza piénsalo mejor, primero determina si realmente es por venganza o es un barato pretexto para tener una aventura, o porque la chica o el chico con los que quieres ejecutar tu supuesta venganza en realidad te alocan. No necesitas pretextos para eso, ni generar conflictos que también te afectarán a ti; es mejor resolver primero el problema de fondo y después ya tomadas las decisiones respectivas, calmados los ánimos, hacer lo que deseemos sin el temor de tener que pagar consecuencias indeseables.

domingo, 20 de junio de 2010

Besame Schumman


Veía a Ernesto Acher, ex integrante de Les Luthiers, interpretar el concierto para piano en La menor de Shumman alguno de cuyos compases coinciden con el bolero de Consuelo Velásquez: Bésame mucho y de cuya mezcla tenemos el nombre de la pieza que ejecuta Acher y que da nombre al post pues trata, para decepción de todos, no de Robert Schumman, sino del común arte de besar.


Besar es un acto tan común que pocas veces le prestamos la debida importancia, asumimos que lo hacemos adecuadamente, pero consideremos que si bien nadie se ha quejado, a veces por un acto de delicadeza diplomática, podrían mejorar las técnicas y hacer de esto una experiencias deliciosa y que resulte una invitación a nuestro compañer@ de ósculo a explorar e ir más allá. Diversas investigaciones indican que los labios son una de las zonas más sensibles del organismo y que el besar constantemente; y no me refiero a piquitos; trae grandes beneficios a la salud física y psicológica; baja el nivel de estrés, estimula el sistema inmunológico, ejercita tus músculos faciales por lo que los tonifica, libera adrenalina y endorfinas en la sangre, elimina las baterías, disminuye la ansiedad, eleva la autoestima, entre otros.

Mis primeras experiencias en este campo fueron con una chica algunos años mayor que yo, asumía que esta diferencia de edades le daba la experiencia necesaria para hacerlo bien y de paso enseñarme algunos truco, craso error, ella se limitaba a succionarme el labio inferior y eventualmente estirarlo; pueden deducir que la primera vez que hizo eso me dejó algo desconcertado, creí que se trataba de los jugueteos previos, pero al ver su rostro concentrado y abstraído en ello medí cuenta que no tenía la más remota idea de lo que estaba haciendo.

Pensado en ella se me ocurrió escribir sobre ello y dejar algunos consejillos prácticos para mejorar esta experiencia; para empezar consideremos tres elementos a analizar:

El sujeto

Los besos pueden darse de manera inesperada, por lo tanto siempre, es decir SIEMPRE, hay que estar preparados para uno; ello implica en primer lugar, tener un aliento fresco, agradable, nada más atroz que besar a alguien con halitosis o con el olor de lo que ha comido esa tarde en la boca, es terriblemente desagradable, más aún cuando es el primer beso entre ambos; por tanto nada cuesta llevar tu cepillito viajero y pasta dental contigo siempre, tampoco debe faltar pastillas para el aliento y algún caramelillo de emergencia que nos refresque la boca.

Mantén tus labios húmedo, pero no babosos, , lo mejor en el caso de las mujeres es usar un labial con humectante, nada cremoso o que sature, evita los labiales pastosos y de baja calidad, eso que dejan marca por donde van, basta con un poco de brillo; algo muy importante, mantente hidratado, cuando estas deshidratado el primero en evidenciarlo son tus labios, al ponerse resecos, así que consume al menos un par de litros de agua, sólo agua, no cuentan pinta tripas (gaseosas y refrescos).

Estar siempre limpios es importante, olor bien, la persona no sólo se acerca a tu boca sino a tu cuello, nada más agradable que toparse con un buen perfume o colonia, evita olores empalagosos, frutales o a incienso, si bien hay todo tipo de gustos, algunas más bizarros, lo cierto es que estos olores no son muy apreciados por la mayoría. La limpieza también está en el vestir, así que nunca salgas con ropas sucias, ni a la esquina, nunca sabrás con quien te puedes topar o quien te está observando. Si el beso le gustó tal vez se animen a besar otras partes aledañas como cuello u orejas, o acariciar el cabello, por eso es importante la limpieza y el buen olor.

Ahora el punto más importante, la actitud, debes ser seguro, resuelto, no dudar y estar listo a interpretar las señales para aprovecharlas, de lo contrario la experiencia resultará incómoda, por cierto un beso no se pide y menos con permiso, se toma, se arrebata, se roba.

El ambiente

Tú puedes crear el ambiente o este simplemente puede darse, lo importante es dejarte llevar si es que tú también lo deseas, si no evítalo. Si tu interés es promover la situación y predisponer a la persona para que ello ocurra, pues busca un lugar tranquilo, sin nadie alrededor, donde puedan hablar con clama, no seas demasiado romántico, eso evidenciará demasiado lo que se viene; la idea de besar por primera vez a alguien genera tensión y nada como la risa para disminuirla y dejar que las cosas fluyan con más naturalidad, así que mejor relájate, has algunas bromas, luego, empieza a recordar los mejores momentos que pasaron juntos, lo divertido que fue y veras como surge la oportunidad por sí misma.

La técnica

He aquí lo más complicado del asunto, saber manejar los labios con prudencia y sabiduría. Una señal para saber que hay predisposición es cuando ambos cuerpos se encuentran a menos de 50cm de distancia y se mantiene ahí o trata de acercase más, además mantiene su mirada atenta en ti, fija los ojos más de lo usual; pero si estando cerca te mira los labios entonces es hora de que tomes la iniciativa, es seguro que quiere besarte, así que no l@ hagas esperar más, da el siguiente paso.

Si es el primer beso empieza con calma y ve agarrando intensidad y pasión conforme avances.

Humedécete los labios ligeramente, no los empapes y no seas demasiado evidente al hacerlo.

Mantén los labios sueltos, no los aprietes ni trates de hacer alguna pirueta arriesgada o rara.

Juega con tus labios, entreábrelos, besa su labio inferior y luego el superior, agarra a ambos, luego aléjate; has que te persiga con su boca y vuelve al ataque.

Sólo existen dos maneras de besar, con suavidad y ternura o con pasión y determinación, no existen puntos medios. Elige una y de preferencia no trates de cambiar de modo.

Cada persona tiene un ritmo para besar, trata de adecuarte a su ritmo y luego ve, desde su propio ritmo, guiándol@ hacia el tuyo para lograr el equilibrio y que ambos lo disfruten.

No te quedes sólo en los labios, utiliza las manos, sujeta con firmeza y acaricia brazos y espalda, toma a tu pareja por detrás de la cabeza, acaricia sus cabellos y su nuca, desliza tu mano hacia su mejilla, regresa a sus cabellos y juega con ellos.

Usa la lengua con prudencia, no se te ocurra introducirla con violencia y profundamente o sacudirla adentro; imagina que fuera una viborilla tímida, tratando de explorar la madriguera de otra víbora; ingresa con cautela, roza su lengua, no la ataques, huye y regresa. Otra opción que puedes utilizar es pasar tu lengua por la parte interior de sus labios, por el lado de sus encías, tanto arriba como abajo.

Usa los diente para propinarle suaves mordiscos a sus labios.

Disfruta plenamente de sus labios, gózalos a plenitud, deléitate con ellos.

Si tu pareja no responde de la misma manera es probable que no lo esté disfrutando, baja la intensidad o regresa a la técnica anterior, si vez que no responde aún así, entonces mejor sepárate, abrázala y cambia de tema a algo divertido.

Evita besar con los ojos abiertos, pero cuando te separes para cambiar de posición entreábrelos para mira el rostro de tu pareja y fijarte la actitud que delata.

Sepárate con suavidad y jamás, ¡JAMÁS! Preguntes si le gustó; has un comentario de acorde a la situación.

Si algo definitivamente no te gustó díselo en otra ocasión y mejor aún si lo haces entre risas, pero no te quedes en la crítica, dale alternativas de cómo mejorarlo y dale también la oportunidad de que pueda opinar.

Desarrolla tu propio estilo, dejarás una marca difícil de olvidar cuando beses.

Si quieres que se quede pensando en ti durante mucho tiempo retírate después de besar, deja a tu pareja con el recuerdo de la pasión plasmada en ese beso.

Prueba cosas nuevas, por ejemplo, dale un toque de limón a tus besos colocando una gota de su jugo en tus labios y lengua y dejando que se diluya con tu saliva para que el efecto no sea demasiado ácido; también puedes usar otras estrategias como chupar un trozo de hielo o helado, dar besos fríos, calientes, ácidos, dulces, de diferentes sabores y sensaciones.

Lo importante al margen de todos los consejos y sugerencias es la pareja con quien compartes la experiencia, y tu capacidad de entregarte totalmente a ello, disfrutarlo al máximo, deleitarte con cada movimientos, suspiro, sabor, al final hacer de ese momento inolvidable.