sábado, 22 de junio de 2013

El capricho del regreso

Se termina una relación de novios o enamorados y al poco tiempo una de la partes quiere regresar, se afanan y esfuerzan por volver, de repente descubrieron que no pueden ser felices sin él o ella, de repente se dan cuenta que no trataban a su pareja con el debido respeto, interés, amor y delicadeza, se dan cuenta de que la humillaban o la ignoraban la más de las veces, oh divina epifanía, descubren que es el amor de su vida a quien están a punto de perder y están dispuest@s a todo por retenerl@ a su lado y no dejar que se vaya nunca más. Admiten errores, aceptan que nunca l@s trataron como se merecían, con amor; que no las veían “a su altura”, las consideraban poquita cosa y que era de ell@s el privilegio de tenerlos de enamorad@s; razón por la cual nunca le dieron mayor importancia a la relación pues siempre pensaron que estarían ahí. Cuantas veces pensaron en terminarl@s, en romper con ell@s, porque querían algo mejor, no l@s valoraron nunca y ahora están decidid@s a hacerlo, por eso piden, exigen; y si esto no funciona; suplican, otra oportunidad. Algunos post, en un intento de rescatar la sensatez, sentencian: “… pero ya es demasiado tarde”; en verdad no siempre lo es, muchas veces pueden lograr su objetivo y reconquistarla; pero lamentablemente con esto no se gana absolutamente nada, todo cambia por un breve periodo de tiempo, pero las percepciones sobre la otra persona no, todo lo contrario, se refuerzan, se hacen más evidentes y al poco tiempo termina el empeño por hacer bien las cosas y regresan a la situación previa, a los conflictos, indiferencia, desamor, etc.
Pero entonces ¿qué pasó con las promesas, qué pasó con la supuesta epifanía? Nunca existió tal cosa, lo primero que existió fue la sensación de pérdida de control sobre la otra persona, a quien habíamos asumido como de “nuestra propiedad”, alentados por frases como “soy tuy@”; algo se nos escapaba de las manos, nuestra opinión ya no cuenta, ni nuestro margen de influencia, ya no somos tan importantes como pensábamos que éramos, además esto se une a la natural resistencia al cambio de todo ser humano, este desequilibrio emocional exige acciones concretar encaminadas a recuperar nuestra estabilidad, la salida más sabia sería revaluar nuestro rumbo y cambiar de dirección, valorando el cambio no sólo en sus incertidumbres sino en sus múltiples oportunidades. Pero muchas veces las personas terminan tratando de recuperar el status quo, así que no ven o no quieren ver otra posibilidad que regresar con la ex pareja y en ello gastan energías y tiempo, muchas veces este desgaste termina generando aún más resentimiento contra la ex pareja, lo que hace aún más absurdo el retorno, lo que nació como un esfuerzo por recuperar nuestra estabilidad emocional, se convierte en un capricho ilógico que se torna amenazantemente incontrolable.
¿Y si regreso? Las posibilidades de éxito son muy escazas si se retoma una relación demasiado pronto; la razón es muy sencilla, aquellas variables que influyeron en la ruptura siguen ahí, no han sido superadas ni han desaparecido. Aquellas conductas y actitudes que la pareja percibía como ridículas, torpes, infantiles y que le daban pretextos para sentirse superior y menospreciar a la otra parte continúan ahí, no han cambiado; así que tarde o temprano empezarán a hacerse más evidentes y la luna de miel terminará, para regresar a la conflictiva realidad anterior, la misma situación de siempre, con el añadido que habrá algo más de resentimiento por el coste del regreso; es decir, por todo el esfuerzo, los ruegos, súplicas, inversión de tiempo, dinero y dignidad que tuvo que hacer una de las partes para reconquistar a la otra; peor aún, se habrán reforzado conductas perjudiciales ya que una de las partes “se salió con la suya”. Todo esto muestra un panorama muy sombrío, con pocas posibilidades de éxito.

Si la relación terminó es momento de reflexión, entender que hicimos mal, sin juzgar a la otra parte, sólo a nosotros mismos, saber lo que pasó y aprender de ello, si algo hay de que arrepentirse o pedir perdón pues tratemos de hacerlo y sólo después de estar en paz con nosotros mismos podremos decidir sanamente y sobretodo maduramente, de forma que no sea una decisión voluble; si deseamos o no intentarlo nuevamente con nuestr@ ex, si vale la pena el esfuerzo -porque sí es un gran esfuerzo y un enorme compromiso con nosotros mismo- de reconquistarl@; y tomada la decisión hacerlo de la manera más correcta, sin mentiras, sin engaños y mostrando en hechos, en hechos concretos, que nuestro compromiso es real y no simple capricho; y sobre todo, respetándol@, respetado sus decisiones aunque estas nos duelan, respetando su privacidad y su independencia; demostrando que existe la base para toda relación, respeto.

viernes, 14 de junio de 2013

El amor es para valientes

Amar es cosa de valientes y más cuando se trata de una relación de pareja, ya que cuando ésta es sana implica compromiso y sacrificios; lo cual conlleva también riesgos, especialmente emocionales. Tener enamorad@ o novi@ significa tener intimidad y apego hacia esa persona y sufrir con ella, puesto que si amas sufrirás, tarde o temprano, no hay amor sin sufrimiento, sufres porque no se ven, sufres porque no responde un mail a tiempo, sufres porque no reacciona como tu desearías, sufres porque no se acordó de su aniversario, sufres porque está enferm@, sufres porque está triste, sufres porque se alejan y por supuesto cuando la relación termina; no mencionaré la infidelidad o la traición porque esto no es un sufrir propio de una relación sana, es un dolor que hiere y lesiona en lo profundo de ambas partes, tanto una como la otra terminan haciéndose mucho daño.
Las nuevas generaciones no entienden el riesgo de amar, prefieren un “agarre fijo” o un “amigos con derechos” antes que presentarse como novios o enamorados; las nuevas formas de relación empiezan con un “estamos saliendo” muchas de esas salidas significan sexo de por medio y no sólo “estar saliendo”, por el contrario, parecería que se tratara de un “estamos entrando”; esta es una manera de mantener a raya el miedo al compromiso y más aún al fracaso amoroso; salidas, sexo, diversión, baile, viajes, lo que sea menos amor e involucrarse en la vida del otro y permitirle a la otra persona involucrarse en la nuestra; se comparte una noche de juerga, pero no intimidad, no sueños ni ilusiones, por eso es común que este tipo de relaciones se mantengan alejadas de nuestro círculo íntimo de amistades; muchas veces por que damos por hecho el que no va a funcionar, así que para que lo presento como mi enamorad@ si a la larga las cosas acabaran, y efectivamente terminan puesto que nunca se hizo lo necesario por fortalecer la relación.
Amar es arriesgarse, arriesgarse a mostrar nuestros sentimientos ante los demás, mostrar que efectivamente estamos comprometidos con ellos, hacer locuras, exponerte y que los demás lo sepan, hacerlo público; no existe el “roche” o la vergüenza cuando uno quiere estar con una persona, las cosas que hace están más allá del que dirán, la opinión pública y más aún la imagen personal, quedan de lado, sólo nos concentramos en la otra persona y damos lo mejor de nosotros, nos entregamos sin reservas ni recelos, mucho menos vergüenzas. Es la única manera de ser congruentes con lo que sentimos, con lo que anhelamos, así nunca perdemos, pues si nos rechazan sólo será por dos razones, o bien porque no hay un amor correspondido, lo cual está bien pues el amor nace, no es una obligación; o simplemente la persona siente amor, pero su inmadurez es más grande lo que nos libra de tener que soportar a alguien inseguro, complicado y peor aún, voluble.
Si quieres a alguien en tu vida que valga la pena, asegúrate que sea valiente, que no tema al compromiso, que esté dispuesta a todo por conquistar tu amor o por mantenerlo vivo, no sus dudas no sean más fuertes que su cariño y sobre todo que no tema aceptar públicamente que te ama, mucho menos que no quiera lucirte a su lado o prefiera una relación más “discreta”, sólo en una persona fuerte, valiente, audaz, que sabe lo que quiere y va por ello puedes encontrar un amor real y sincero, que no te lastime ni traicione; complicado y difícil, pero no imposible.
Pero si tú mism@ no estás dispuest@ a arriesgarte por lo que amas entonces aléjate y no des más problemas, madura por tu cuenta, sin complicarle la vida a nadie, mucho menos lastimando a personas que si tienen el valor para amar sanamente.

Soledad y perdón

Hay momentos en la vida en los que te sientes particularmente sólo, digo “particularmente” por es esta soledad va acompañada de frustración, culpa, apatía total; y sazonada con depresión y desesperanza al gusto. Tal vez es así, por qué después de patalear y lloriquear y autocompadecerte encuentras que en realidad no es culpa de nadie más que de ti mismo, es la vida quien te pasa la factura por lo que hiciste con la tuya, puedes decirle –No, no quiero pagar- pero tarde o temprano te cobrará y con los intereses correspondientes; no se trata de algo mágico, no es el azar ni Dios obrando con divina justicia en nuestra contra; aunque no existe “nuestra contra” cuando se obra con justicia; es en realidad algo más personal, son las acciones que cada uno de nosotros realizó sin pensar en el futuro, esa ansia por gozar de la vida y el momento, de disfrutar de todos los placeres y de tomar las cosas que podíamos tomar sólo porque “podíamos” hacerlo; nunca se nos ocurrió pensar que tal vez después nuestros intereses cambiarían, nuestros gustos y preferencias y que el “gozar” de la vida adoptaría formas menos sensuales y más trascendentales; y cuando eso pasa te sientes perdido, confuso, te cuesta entenderlo y te cuesta manejarlo. Los años de diversión y placer te han dejado una huella, un hábito, una costumbre que puede llegar a ser autodestructiva si no la sabes manejar en su momento, tratas de superarlo, tratas de mejorar y cambiar, pero como cuesta, y peor aún, como duele, sobre todo porque no llegas a tomar consciencia de esto hasta que algo fuerte, duro y especialmente doloroso te ocurre. Al parecer es la norma del ser humano no cambiar a menos que esto sea absolutamente necesario, la gente no cambia a menos que algo traumático le ocurra y a veces ni así es capaz de manejar y sostener un cambio a futuro, de ahí el dolor y sufrimiento. Esa es la gran epifanía personal; dichoso aquél que la encuentra en situaciones menos dramáticas, pero la mayoría ha de hallarla en el dolor, a eso se condena quien sólo actúa por instintos, por deseos y caprichos.
¿Cómo superar esta soledad? ¿Cómo salir de esta angustia? Lo más desesperante y doloroso es saber a plenitud que es nuestra culpa, eso nos pone en contra nuestra, nos hace idealizar, fantasear con conductas alternativas que debimos realizar en su momento, pero que cegados por el deseo y el goce, jamás lo hicimos y mucho menos prestamos atención a ello; os esforzamos en buscar culpables y condenarlos de la peor manera, pero eso no ayuda para nada, en absoluto. Si bien existieron personas que nos marcaron para bien o para mal y nos alentaron a seguir con ciertos patrones de conducta nocivos; fuimos nosotros en última instancia quienes tomamos la decisión, sea por ignorancia, sea por ingenuidad o peor aún, sea por amor. Por lo tanto de nada sirve culpar a otros de aquello que estuvo siempre en nuestras manos, menos aún no tiene caso victimizarnos, pues las víctimas no deciden, no tiene poder, están indefensas y lo que menos necesitamos es sentirnos así, a merced de todos, vulnerables y dispuestos a caer otra vez.
Es necesario buscar la solución y la esperanza en donde todo empezó, en nosotros mismos, valorar cada una de las acciones que hicimos para llegar al punto en el que estamos, entender su dimensión, tanto buena como mala, hacer todo lo posible y sobre todo lo sabio por enmendarlas, por arreglar lo que desarreglamos o reconstruir lo que casi destruimos y perdonarnos a nosotros mismos, hacer las paces para empezar de nuevo y esta vez con más conocimiento de causa, alertas de no repetir nuevamente los mismos errores, pues a ello estaremos profundamente tentados por la inercia del hábito. Sólo perdonándonos podremos perdonar y sólo entendiendo y aceptando nuestra culpa podremos tomar consciencia de que nuestra vida nos pertenece, es nuestra y si bien no podremos controlar muchas de las cosas que pasan, siempre podremos controlar como reaccionamos ante ellas.
Valor, ánimo y como decían los Beatles: With A Little Help From My Friends
Si no sabes inglés, esta es la traducción:
¿Qué harías si desafinara?; ¿Te levantarías y me dejarías solo?
Presta atención y te cantaré una canción e intentaré no desafinar
Oh, me las arreglo con un poco de ayuda de mis amigos; mmmmm, me pongo ciego con un poco de ayuda de mis amigos, mmm lo intentaré con un poco de ayuda de mis amigos
¿Qué hago cuándo mi amor se ha ido?; (¿Te preocupa estar solo?)
¿Cómo me siento al final de día?; (¿Estás triste por qué estás solo?)
No, me las arreglo con un poco de ayuda de mis amigos; mmm, me pongo ciego con un poco de ayuda de mis amigos, mmm lo intentaré con un poco de ayuda de mis amigos
¿Necesitas a alguien?; Necesito a alguien a quien; ¿Podría ser cualquiera? Quiero a alguien a quien amar
¿Crees en el amor a primera vista? Sí, estoy seguro de que ocurre siempre; ¿Qué ves cuando apagas la luz? No puedo decírtelo, es algo que sé por mí mismo
Oh, me las arreglo con un poco de ayuda de mis amigos; mmmmm, me pongo ciego con un poco de ayuda de mis amigos, mmm lo intentaré con un poco de ayuda de mis amigos