2:46 de la madrugada, tengo sed y no hay nada que tomar en casa así que no me queda más que prepararme algo porque estoy caprichoso y no quiero tomar simplemente agua, escucho a Aretha Franklim pidiéndome que la mate suavemente y me entran las ganas de abrir una botella de vino, pero pienso que no me conviene ya que debo levantarme temprano; así que termino por ponerle pisco y hielo a mi limonada y espolvorearle canela; me siento frente al monitor y decido escribir algo en mi blog aunque aún no sé exactamente sobre qué; tal vez Aretha me pueda ayudar a hacerlo. Making love, hacer el amor, curiosa denominación al acto de tirar, coger follar, fornicar, copular y una larga lista de sinónimos entre coloquiales y técnicos; siempre me ha chocado, pero entre todos ellos siempre me ha chocado el making love, siento la frasecilla de marras tan falsa como las tetas de un travesti, algunos la usan supongo, para sentirse más “purificados” por el poder del amor, para sentirse menos putas o más amados, lo cierto es que el amor no se hace ni se crea en un coito, simplemente ya existe desde antes; una expareja muy querida me decía, yo no cojo, yo hago el amor, explicando que ella se entregaba a alguien que amara y no a una aventura de una noche o al deseo y atractivo de un hombre al paso; un chiste mejicano explicaba que hacer el amor es una pendejada que inventaron para coger sin pagar; repito, el amor ya existe antes del polvo, no es que se haga ni que se consume en ese acto; cosa que si ocurre por definición en el matrimonio, el amor se ha venido gestando desde antes, se ha concretado en el día a día, con cada detalle, con cada palabra y acto consecuente para dar como resultado un clima de confianza que envuelve a la pareja al tener sexo haciendo de esta una experiencia más trascendente y profunda que el simple coito, pues sabes que esta persona luego, permanecerá a tu lado, te apoyará y alentará, sabes además que y como le gusta, en ese clima encuentras la confianza suficiente para no estar presionada en asuntos como tu desempeño sexual, su desempeño sexual, guiar o comunicar lo que te gusta y preguntar lo que le gusta y simplemente gozar mutuamente, tanto con el placer que te dan, como con el que das; ¿a quien no le gusta eso? Tal vez por eso, algún avezado y arrecho aventurero de alcoba le llamo la prueba de amor, hizo bien en llamarlo así, el sexo es una prueba, no del amor del otro, sino de cómo va el amor entre ambos, un termómetro que mide en lo horizontal, como van las cosas en lo vertical; si tienes buen sexo, tienes una buena perspectiva de relación de pareja; por el contrario, si el desgano, el desinterés y egoísmo ingresan a tu cama, es porque la rutina, el estrés y sobre todo la falta de comunicación están contaminando tu relación y es hora de actuar antes que sea demasiado tarde.
La limonada mutante (en pisco sour) se ha terminado y voy por otra, mientras la preparo trato de recordar las veces que hice el amor en mi vida, definitivamente siempre fue con alguna enamorada, salvo un par de excepciones, no es tan difícil recordar considerando que he tenido pocas enamoradas, también me pongo a pensar en cuantas veces fingí hacer el amor, y en honor a la verdad son muchas, muchísimas veces, la mayoría, por no decir todas, debido a las presiones de la pareja de turno, quien quería un ambiente romántico, dulce, lleno de ternura y frases empalagosas cuando yo lo único que quería era reventarla lo más salvajemente posible, al final declinaba ante su entusiasmo almibarado y terminaba suprimiendo mis deseos en beneficio de su goce, que puedo hacer, me debo a mi público (frase que me dedicará mi “bimol” hace ya un tiempo y conociéndome plenamente en ese aspecto). A veces puedes tentar se tiernamente salvaje, pero no siempre funciona, es choque de intereses puede ser frustrante, por eso hay que aprender a ceder lo más que podamos sin sacrificar nuestro placer personal jamás, pues eso crea insatisfacción y callarlo es el boleto seguro a la recuperación del estatus de soltero en el facebook; si algo incomoda pues a decirlo.
Voy a la mitad del vaso, esta vez fui prudente y llené al tope mi vaso de coca cola de casi un litro, de limonada sour, más sour que limonada; escuchando a Aretha decir una pequeña oración por mí, recuerdo lo deliciosamente agotador que puede implicar hacer el amor, pero sobre todo, hacerlo bien. El sexo puede ser casual, pasajero, un buen polvo de fin de semana o un remember con alguna ex algo, lo único que buscas es saciar una necesidad fisiológica, así como cuando tienes hambre y te comer algo al paso o te preparas algo que puede ser rico, hasta delicioso, pero nada especial; hacer el amor es como comer “el plato”, no para satisfacer el apetito, sino por tener una experiencia culinaria especial, podemos pagar mucho dinero por asistir al mejor restaurante para vivir dicha experiencia y comerla, degustarla es algo que se hace de a pocos, lentamente y en medio de un ritual que la hace más especial aún. Por ello hacer el amor implica tener la tenacidad de un deportista olímpico, el cual dedica cada día de su vida, durante más de 4 horas, al entrenamiento metodizado, intenso, responsable e intenso para lograr estar al nivel adecuado para dar todo de sí en una competencia que en ocasiones puede durar apenas un par de minutos, pero si lo hemos hecho bien, serán lo minutos más inolvidables de nuestras vidas, así también hacer el amor implica una preparación que viene desde varios días, semanas y hasta meses atrás, que se ha ido moldeando con cada detalle diario, con cada llamada, con cada regalo, con cada salida y palabra, con cada gesto galante, con cada acción asertiva, con cada conflicto solucionado y cada insinuación hecha hasta llegar a ese momento en que cosechemos el fruto de ese esfuerzo.
Harta chamba, si, es chamba, además de eso es todo un arte, pues implica mantener el equilibrio justo entre el galanteo y el acoso, entre la deferencia cortés y el empalagoso romanticismo de novela mexicana, evitando transgredir los límites entre interesarse en la persona con el asfixiante control, darle espacio sin ser indiferente, mantener sanos lazos entre sus amigos y familia y los tuyos; además de desarrollar dotes casi telepáticas para interpretar en base a sus acciones y palabras lo que nuestra pareja quiere y mantener siempre una imagen atractiva ante sus ojos. Si pues, es harta chamba, tal vez lo más complicado de esto es cumplir con todo esto sin dejar de ser nosotros mismos, cuesta pero vale la pena, pues si no nos involucramos en nuestra relación, si no nos cuesta el esfuerzo, probablemente no lo valoremos a la larga, esta es una de las razones por las que muchas personas permanecen con parejas complicadas, caprichosas y hasta conflictivas, porque han invertido mucho esfuerzo físico y mental en mantener la relación, se involucraron de tal forma que no querrían echar por la borda todo lo ganado y superado.
A pesar de todo el esfuerzo, definitivamente vale la pena hacerlo, además que invitamos a nuestra pareja a superar nuestro esfuerzo y ayudará también a evaluar a la otra parte; como dije, el sexo es un indicador y hacer el amor es un buen indicador, no recuedo exactamente como fueron las veces que lo hice, pero sí recuerdo que valió la pena porque obtuve ese momento de amor eterno sobre el que hablaré en el siguiente post. Viajando en su cadillac rosado Aretha se despide, y el sueño me obliga a hacer ídem.
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias
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