jueves, 27 de enero de 2011

A los 30


Carol tiene 31 años, trabaja como oficinista, nada que resaltar de su físico, no tiene pareja, las parejas que ha tenido nunca han sido una buena elección; actualmente sólo se divierte con uno que otro  amigo con quien calma su ansiedad sexual cuando está aparece; sigue comportándose como siempre, saliendo a fiestas con amigos del trabajo, a algún antro donde pueda bailar y tomar, teniendo flirteos con uno u otro; eventualmente se queja de que no la toman en serio, quiere tener una pareja formal, que sea guapo, profesional y emprendedor, además de culto y cariñoso, pero en general se la pasa bien divirtiéndose y evadiendo pensar en que los años pasan y no se está haciendo más jovén.
Daniela tiene también 31, ella es una brillante contadora, trabaja para una institución bastante grande y además está formando su propia consultora, es inteligente, simpática y divertida, es un tanto gorda, pero con una bella sonrisa; no le gusta el sexo casual, prefiere las relaciones formales, sin embargo sabe que los años pasan y que la edad no la ayuda, la hace menos atractiva y teme que día a día se aleja de la posibilidad de tener con quien compartir su vida; si bien esto le entristece, ella no se queja, es consciente de que no desea aventuras pasajeras y se mantiene firme en su decisión.
Claudia tiene 33 años, diariamente se levanta muy temprano y va a entrenar a un gimnasio cerca a su casa, regresa y después de desayunar sale al instituto de salud donde trabaja en un cargo ejecutivo; hace un par de años empezó una pequeña empresa de servicios médicos, ahora está a punto de renunciar a su trabajo para dedicarse de lleno a su empresa; no tiene enamorado, tiene un amigo en particular con quien comparten sexo, diversión y también apoyo, no quiere involucrarse más pues así se siente libre y eso le gusta. No descarta la idea de una pareja estable, pero si él no es el adecuado, prefiere quedarse sola, este año empezará a hacerse unos análisis para ver si es posible que tenga un hijo saludable, de ser así buscará un buen candidato y lo tendrá ella sola, pues tiene bien en claro que no compartirá su vida con alguien que no esté a la altura de sus expectativas.
Tres casos y tres formas de enfrentar el paso de los años, las arrugas, lo poco atractivas que se sienten las mujeres a cierta edad.  
Envejecer es inevitable, pero podemos enfrentarlo con dignidad, viviendo plenamente cada etapa de nuestras vidas y aceptando maduramente pasar a la siguiente sin aferrarse a la anterior por más divertida y dichosa que está sea. Mantener un comportamiento perteneciente a una etapa anterior es sinónimo de inmadurez y un rasgo peligroso pues garantizará la infelicidad a futuro.
Hay un punto en el cual la mayoría de mujeres se centra y es en el hecho de encontrar pareja, muchas se sienten angustiadas ante la posibilidad de quedarse solas, tanta es la angustia que muchas veces toman decisiones apresuradas y terriblemente erróneas al elegir a cualquier patán como esposo con tal de casarse o formar una familia. El terror a envejecer en soledad las confunde y están dispuestas a soportarlo todo con tal de tener un hombre a su lado, otras por el contrario, como en el primer caso, prefieren evadir su realidad hasta que se despiertan un día con 40 años a cuestas y sin nadie que las tome en serio, y con cada vez menos hombres que estén dispuestos a tener sexo con ellas, porque, eso sí, el sexo es lo más fácil de conseguir, lo verdaderamente complicado es que consideren pasar el resto de su vida a tu lado.
Si eres una mujer mayor de 30 años que están en búsqueda de su media naranja deberías entender que tú no eres la mitad de una naranja buscando su otra mitad, a ti te hicieron entera, no a medias, no eres la parte ni el complemento de nadie, ni mucho menos, tu felicidad está basada en otra persona, tu felicidad está exclusivamente en ti y si no logras ser feliz no deberías buscar pareja sin antes estar bien contigo misma, darte tiempo para crecer y desarrollarte, hacer planes por ti y para ti; dirigir tu vida y saber a ciencia cierta que tienes pleno control de ella, no te centres en encontrar a un hombre, céntrate en engreírte, quererte, vivir sanamente, tener metas y cumplirlas, definir quién eres y sobre todo que quieres de la vida e ir a por ello. ¿Y la pareja? Eso deberá ser un valor agregado, algo que llega, no necesariamente que se busque, pero cuando llegue estarás lista para darle lo mejor de ti y no elegir a cualquier tipo que no valga la pena, entonces podrás compartir la felicidad de ambos para crear algo nuevo, será no una media naranja pegada a otra media naranja, sino un par de naranjas enteras averiguando que tan buen jugo hacen juntas.

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