viernes, 16 de julio de 2010
Somos enamorados, pero que nadie lo sepa.
María tiene 20 años y trabaja como vendedora de ropa en una galería comercial en los Olivos; terminó la secundaría y después de un par de años estacionada en casa mirando la vida pasar, ayudando en alguna labor hogareña y cuidando a sus sobrinos, decidió empezar a trabajar especialmente por cambiar de aires y romper la rutina más que por una necesidad imperiosa o emprendedora de hacerlo. Fue ahí donde conoció a Luís, un hombre de 35 años, maduro, de trato amable y bien vestido, quien llegó a preguntar algunos precios, ambos se agradaron, él volvió al día siguiente y a los dos días, al tercero decidió dar un paso más y le propuso salir luego de su trabajo, ella aceptó. Así él regresó cuando la tienda cerró y la acompañó a su paradero, al día siguiente le propuso comer alguna golosina que vendían en una panadería cercana, donde había mesas y sillas y se podía conversar con más comodidad que en el bullicioso tumulto del paradero. Él le contó que trabajaba como supervisor para una importante distribuidora, razón por la que tenía que viajar constantemente por todo Lima pero el sueldo compensaba el esfuerzo; podía darse sus gustos; le dijo que tenía una hija de 11 años, pero que estaba divorciado de la madre hacía algo más de 4 años. Ella le contó de su familia, de su padre, de las pocas cosas que había vivido; que acababa de salir de una relación que no funcionó y que le dejó mucha tristeza pues se sintió utilizada y que todo era un engaño, le contó que no se entregaba a ningún hombre salvo que fuese su enamorado, que no sabía que hacer con su vida.
Andando un poco el tiempo él terminó por pedirle que fuera su enamorada y ella aceptó, así empezaron a verse más seguido, él la llamaba para que ella fuese a su departamento y ella acudía dichosa de poder enroscarse entre sus brazos, así se la pasaban viendo alguna película acariciándose, el cada vez más intrépido y ella poniendo freno cada vez con menos convicción, hasta que un día ocurrió lo inevitable, terminaron teniendo sexo, ella se entregó a él y se sintió más unida, las siguiente vez él le pidió que le hiciera algunas cosas que ella no supo como hacerla, sintió que no estaba a la altura de los requerimientos de Luis; sentía dudas, pero lo amaba así que siguió con la misma rutina, él ya no la recogía de su trabajo, salvo contadas ocasiones, siempre se veían en el departamento de él y eventualmente salían a caminar por ahí, alguna vez la invitó al cine y a comer en un restaurante un menú con sopa y refresco. Así pasaron 8 meses, durante los cuales nunca la presentó a ningún amigo o familiar, ni tampoco permitió que ella lo acompañara a abordar el bus cuando tenía que viajar a provincia. Ella quería participar más de su vida pero sentía que él no quería que ello sucediera.
Un día, confusa y necesitada de ayuda me llamó y me contó lo que pasaba con su enamorado; necesitaba ver las cosas desde afuera; no pude más que decirle la verdad, que Luis no la tomaba para nada en serio, que sólo se trataba de un polvo que se salía bastante barato, no tenía que gastar un centavo de aquel “sueldo que compensaba su esfuerzo”, no tenía ni siquiera que movilizarse para verla, bastaba con llamarla para que ella viniera, ya ni siquiera la acompañaba a la salida del trabajo. Pero lo que resultaba muy sospechoso es que nunca la hubiera invitado a una reunión con sus compañeros de trabajo o con sus amigos, menos aún presentarle a su familia; el hecho de que no le permitiera acompañarlo al terminal terrestre era casi confirmatorio de que tenía a alguien que lo hacía por María y que definitivamente no era conveniente para él que se enterara de su existencia, más aún considerando que había estado casado (o al menos eso le hizo creer). No me contó que Luis se haya lucido con ella por lugares que él suele frecuentar, lo que me daba más indicios. –Pero yo le advertí que ya me habían herido, sabía como pensaba, ¿Para qué ser mi enamorado? ¿Para qué me pidió que fuera su enamorada?- Te responderé con otra pregunta, le dije; si no te hubiera dicho que fueras su enamorada, entonces ¿Igual hubieras tenido sexo con él?- no, definitivamente no.- Ahí tienes la respuesta. Ella se sintió mal, dolida y estúpida, no era para menos, el “amor” la había convertido en eso, quiso llorar pero no se lo permití, eso no soluciona nada, es una actividad improductiva que nos da una efímera y a veces utópica sensación de desahogo, es mejor tomar decisiones.
Si bien es cierto, María no se llama María, ni Luis se llama Luis, ambos reflejan situaciones por las que muchas mujeres y algunos hombres han pasado, mujeres u hombres que se ilusionan hasta cegarse por completo y justificar lo injustificable. Es importante tener siempre presente que estar enamorado no quiere decir estar idiotizado (enamorado si cojudo JAMÁS); las relaciones de pareja requieren de mantener un delicado equilibrio para que funcionen; la cultura romantiboba nos hace creer que el amor es todo entrega, sin restricciones y que no hay nada más hermoso que sufrir por amor, que soportarlo es un acto heroico. Todo es mentira, en la práctica eso sólo genera miseria, dolor y pérdida de tiempo. Mantener una relación no es cosa sólo de amor, sino también de estrategia.
Para empezar, en una relación de pareja nunca hay que darlo todo sin esperar reciprocidad, no debemos ser siempre el que llama, el que invita, el que mima, el que toma la iniciativa, el que paga todo, el que planifica salidas; si nosotros lo damos todo y lo hacemos todo, entonces haremos que nuestra pareja pierda el interés, deje de valorar la relación, se acostumbre a la situación, la convertiremos en una inútil total; ¿para qué habría de esforzarse en algo si todo está resuelto?, esto también terminaría por aburrirla y decidiría alejarse ya que no siente que este aportando algo, se sentirá relegada por completo y definitivamente no la ayudaría a asumir un compromiso como pareja, menos aún la ayudaría a crecer como ser humano. Dar de sí ayuda a valorar la relación, valoramos lo que nos cuesta esfuerzo, sacrificio, si nunca pusimos de nosotros mismos, ¿por qué nos debería doler si se termina? Una relación se sostiene en base al aporte muto y espontaneo.
Las dudas son como espinas que si no se sacan se clavan más y terminan por causarte una infección; si tienes buenos y razonables motivos para estar desconfiad@ con respecto a tu pareja, no dudes en preguntar, pero no te conformes con la respuesta, cuestiona, verifica, si es que eso te hace sentir mejor, pero no te quedes con la duda; es importante que no lo hagas de manera agresiva, como un inquisidor del siglo XVI, hazlo con calma, explícale que es importante para ti saber, tener la certeza, que disculpe tu inquietud pero que necesitas averiguarlo para poder seguir en paz, que te comprenda. Una vez que obtienes una respuesta sensata, aceptable, y que tus miedos y preocupaciones han sido satisfechos no vuelvas sobre el tema, ciérralo y no lo retomes pues ya lo solucionaste, nunca seas aprehensivo y recurrente con el mismo tema si este ya fue zanjado y sobre todo (tarea harto difícil), evita crearte fantasmas y caer en una espiral paranoide; busca siempre ser razonable.
Como mencioné en una entrada anterior (http://coito-ergo-sum-peru.blogspot.com/2010/03/en-que-basas-tu-relacion.html), la admiración es uno de los dos componentes más importantes de una relación de pareja funcional, madura, con buen futuro; por lo tanto, si admiro a alguien me gusta lucirla, pasearme orgulloso de la mano con la mujer que amo y con la que mantengo una relación formal, quiero que todos me vean con ella pues me siento orgulloso; ¿Qué pasa entonces si la oculto?, si nunca la quiero mostrar a mis amigos, si nunca salgo con ella ni la invito a mis reuniones; o bien hay un sentimiento de vergüenza (por lo que la gente pueda pensar de mi si me ven con ella, por ejemplo), lo cual se colige como inmadurez y que delata una personalidad débil, pusilánime; o bien, la quiero esconder de alguien en particular, como una pareja paralela.
En el caso de los hombres el sexo es un buen pretexto para tener enamorada, aun si no sentimos más que capricho por esa persona, muchos no dudan en mentir y jurar amor a cambio de sexo; una mujer sabia decide inteligentemente cuando lo hará, por su libre albedrio y no por la insistencia de él; pero lo más importante de esto es que, sin importar cuando inician el contacto sexual antes o después de formalizar las cosas, o al día siguiente, la conducta, el trato que existe entre ellos no debe cambiar, debe mantenerse igual, con las mismas deferencias, los mismos mimos, los mismos halagos y las mismas atenciones; después del primer coito se asume que la relación cobra un carácter más íntimo aún y por lo tanto las cosas deben ir a mejor, si por el contrario se observa un desinterés creciente, entonces es hora de plantear mejor las cosas.
Los amigos pueden ser un gran apoyo moral, eventualmente pueden darnos una perspectiva externa, más objetiva; pero no olvidemos que también pueden estar parcializados, tener interés en nuestro bienestar y en su afán de hacernos sentir mejor pueden decirnos lo que queremos escuchar y no lo que necesitamos escuchar; lo más complicado es que no siempre queremos escuchar cosas que vayan en contra de nuestras ilusiones, que nos lastimen pero que a la vez nos hagan ver la verdad por más dura que esta sea. Tengamos en cuenta ello y busquemos la opinión más imparcial posible, según el caso busquemos ayuda profesional, aunque esto no se ajuste a nuestros deseos.
Enamorarse debe ser una experiencia básicamente gratificante, mantener una relación que nos hace sufrir o que hace sufrir a otras personas sólo es perder el tiempo y la posibilidad de relacionarnos nuevamente y vivir mejores experiencias. Los hombres a veces sentimos que si no mentimos no nos harán caso, no obtendremos el sexo que buscamos, pero lo cierto es que hay mujeres que tranquilamente aceptan ese tipo de relaciones sin mayores complicaciones, la mentira sólo genera tensión y ansiedad. Si eres consciente de tu situación, entonces toma la decisión adecuada y no te conviertas en un esclavo de tus emociones.
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